lunes, 28 de julio de 2014

“El petiso orejudo” de María Moreno.


Entré en una librería de usados buscando nada en particular. Revolviendo una y otra vez, apareció casi por casualidad esta edición del “Petiso…” Conocía apenas la historia, pero lo compré casi sin pensar, no sólo por su precio sino también por el nombre de su autora.

María Moreno es en realidad el seudónimo de María Cristina Forero cuyos textos cayeron por primera vez en mis manos durante una cursada en la Universidad. Todo lo que había leído de ella era excelente, por lo que este libro usado sobre un joven asesino de principios del siglo pasado no tenía por que ser la excepción.

Lo más difícil del texto es encasillarlo dentro de algún género. Por el pasan el policial, la crónica, la novela, el informe periodístico y el diagnóstico médico. Esta mezcla es lo que hace del relato algo inmejorable e imperdible.

Se cuenta la historia de Cayetano Santos Godino alias “El petiso orejudo”, un criminal que durante la década del 10 se le atribuyeron tres asesinatos, ocho casos de lesiones graves, incendios y otras fechorías. Finalmente lo encarcelan y termina sus años en el penal de Ushuaia donde fallece en 1944 en manos de otros presos.

Pero no sólo se trata de mostrar la singular vida de un asesino menor de edad, sino que también se hace una importante revelación sobre las ideas médicas de la época en cuanto a psicología y psiquiatría cargadas de positivismo, la imagen sobre los inmigrantes como amenaza latente, a los presos dentro del sistema carcelario y la influencia de la condena social en la justicia.

María Moreno retrata como nadie la Buenos Aires urbana y proletaria de principios del siglo XX, generando postales que nos ubican presencialmente en cada lugar que se describe. Para esto se vale de varios recursos como las detalladas denuncias policiales, las noticias de los diarios de la época, las letras de los tangos y los informes médicos.


Todo esto sumado a la excelente pluma de Moreno hace que la lectura sea un goce permanente capítulo a capítulo. Igualmente “El petiso orejudo” tiene dos problemas: uno es que no sé si se consigue con facilidad, y el otro es que después de leerlo no podemos dejar de seguir literariamente, de la manera que sea, a su autora.

Por Matías Comicciolli.

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