martes, 30 de junio de 2009

After apocalípsis

Bueno viejo, nos vamos al tacho. Y todo por qué? Por un resfrío de mierda. Sí, de mierda. Porque si me dijeras que amenaza una guerra nuclear, o que las máquinas se revelaron y somos el último bastión de la humanidad en defender la tierra y morimos en el intento... bueno, vaya y pase. Pero de una gripe!!! Que injusticia!!! Y lo peor es que uno no se puede defender con nada. Porque no me vayan a decir que ese ridículo barbijo nos salva de esta peste, porque no les creo. Y el alcohol ese de mierda, sale lo mismo que una botella de Norton... y bue, si me tengo que gastar un mango prefiero chuparme el vino, que seguro neutraliza y mata al virus igual que el gel. Y lo peor de todo son las recomendaciones prácticas para no contagiarse. Una de ellas reza: "No llevarse las manos a la cara, ojos, nariz y boca. No estar con gente enferma. Lavarse las manos más de 10 veces al día". Vayamos por parte: No llevarse las manos a la cara? Cómo mierda se cree que como el hijo de puta que postulo esto? Llevándome las manos a la cara y más específicamente a la boca. Y si me pica, qué hago... me las ato? Que boludez, como si cada vez que nos tocamos los ojos, la nariz o la boca lo haríamos de manera consiente. Piensen cuantas veces por día se llevan las manos a la cara... no saben, y claro, porque es un acto involuntario. Seguimos. No estar con gente enferma. Amplio aspecto de subjetividad que conlleva la premisa. Me tengo que encerrar en un bunquer antibomba. A qué se refiere con “gente enferma”? Si un tipo me estornuda la nuca en bondi, está enfermo? Si una vieja tose como una descocida en la estación. La tiro a las vías? O me largo a discriminar a cada cristiano que vea soplándose las velas. No mirá, tomátelas que no me junto con enfermos. Y la última: Lavarse las manos diez veces por día. Qué mierda se creen, que vivo para lavarme las manos. Si me lavo las manos diez veces por día, no voy a laburar. Es físicamente imposible. Estaría más tiempo en el baño que realizando otra tarea. Se imaginan lo que significaría esto para quien no esta del todo acostumbrado a mantener la pulcritud palmo digital. Sería el mismísimo castigo divino. La procesión constante y sonante, con el jabón jugando como estigma insuficiente de una salvación esporádica.

Por otro lado, si la forma que tiene el virus de entrar al cuerpo es por los ojos nariz y boca. Para que carajo se lleva el barbijo!!! Necesitaríamos la máscara de Jayson mas que el barbijo. Después leo que el virus no es letal, que lo que ocasiona la muerte es la complicación de la enfermedad causada por el virus, que es la neumonía. Basta de estas enfermedades que te matan pero que en realidad morís de otra cosa. Esto me suena a que no saben un carajo y te enchufan que por culpa de un chancho, que murió parado, uno revienta como condenado. Si lo que te mata es la neumonía... por qué no se combate la neumonía en lugar de la gripe chancha.

Después está la magnífica idea de cerrar cosas. Ej: se adelantan las vacaciones de invierno para que los chicos no puedan contagiarse en la escuela. Pero los teatros, cines, eventos y cuanta mierda esté programada para que los pendejos se diviertan laburan a full. La final del Clausura se juega a puertas cerradas, pero los bingos abren a todo trapo. La universidad cierra un mes, pero el laburo sigue facturando como si nada pasara. Nunca nada radical. En Mexico, donde comenzó todo este quilombo (heredado seguramente por los vecinos de arriba) pararon TODO 10 días, pero aca eso no se puede hacer. Quién garpa el parate? No se viejo, algún culo va a tener que sangrar. Bien que para las elecciones ni se habló de la gripe. Y fuimos todos los nabos a toquetear vaya a saber cuanto germen.

Habrá quien me tilde de fanático conspirativo. Pero no es raro que esto reviente a 48 horas de sufragar? mmmm....

lunes, 29 de junio de 2009

Billetera mata galán, y gana elecciones.



Nada de análisis porcentuales ni tópicos oportunistas. A llorar a la iglesia.
La respuesta es una sola. Ganó la derecha. Y si mi barba y mi pelo largo denotan un imperante desmejoramiento presencial, connotan, a la vez, un fulgurante mal humor cundo ganan estos tipos.
Con esto no quiero decir que soy un convencido del actual proyecto oficialista, pero sí creo que era importante darle continuidad al asunto. ¿Por qué? Porque lejos de la bandería política, existían puntos defendibles (que no es poca cosa si comparamos la Némesis) Me refiero puntualmente a Derechos Humanos, jubilaciones y al proyecto de Nueva Ley de Radiodifusión (entre algún que otro condimento)
Pero la cosa no fue tan así. A la nacionalización de las AFJP se lo llamó “hacer caja” y al debate sobre distribución, “acumulación”. Esto merece mea culpa.
Y es ahí donde aparece esta alianza, de filisteos negociantes de medios de comunicación y clubes deportivos, para hacer coincidir el concepto de democracia con el de publicidad. Publicidad astuta y de fuerte influencia en los medios de comunicación, la cual resalta los intereses empresariales, los económicos, la propiedad privada y la seguridad a toda costa.
Estos temas llegan a ser un discurso perenne en los monólogos de cualquier hijo de vecino, que cree que se las sabe todas y te quiere volver a enseñar la benevolencia de la teoría del derrame y el neo-neoliberalismo (sino paren la oreja en cualquier bar). Así llegan a transformar su modelo empresarial y taquillero, en algo “popular”, en un discurso comprado hasta por las clases que ellos desprecian.
Esta sociedad, señores votó, a la derecha, si, a la que alguna vez supimos conseguir (y conocer) a la derecha fiestera, oportunista, pequeña y miserable. A la derecha de las privatizaciones, del lavado, del tráfico, de los nariguetazos. Ese es el modelo que votaron los ignorantes, los trasnochados, los individualistas y los que siempre aprovecharon el interés para llenarse los bolsillos.
¿Hacía falta ser tan hijo de puta para aleccionar al Gobierno?
Una vez más (como dice Sasturain): permiso para vomitar.

miércoles, 24 de junio de 2009

MISEROS, héroes o villanos.


“MISEROS” no es nada más, ni nada menos que una historieta (con todo lo que eso significa).
Locos embebidos en una literatura de mesas de saldos y aburridos del academicismo del las escuelas cítricas, dos ñatos, sin saber mucho el porque, y mucho menos el cómo, se juntaron una tarde y dijeron. –Hagamos una historieta- Y sin más prejuicios que nuestra propia ignorancia en la materia el Polaco Quiñones me dijo – Poné el camión en marcha que los sifones se acomodan sólos-
Pero claro, mucho libro, mucho libro, pero para la historieta era necesario una dibujante/a. (Digo particularmente una dibujante/a porque siempre quisimos que fuera o fuese mujer) Así llegó la creadora de estas verdaderas obras de imposibilidad mimética.
La historia es un policial clásico, con ribetes de drama, humor y romanticismo… todo condimentado con un montón de tiros, sangre y traición.
Para que se disfrute aca están las tapas que creó Galatea D´Negro.
La historieta ya tiene 3 números (y vamos para la realización del cuarto) y sin querer llevar a nadie pal´cuarto se agradece el espacio que nos dio “La Publicación” para desarrollar el proyecto.
Conseguir los números no es nada fácil, pero la idea es que en un futuro poco lejano sacar una recopilación de la historia toda junta cualitativa y cuantitativamente aceptable.
Cuando tenga novedades se harán saber.


domingo, 21 de junio de 2009

Roberto Arlt, Baudelaire porteño.


“Los antiguos decían que la ciencia podía hacer feliz al hombre. ¡Qué curioso! Nosotros tenemos con la ciencia en nuestras manos, que admitir lo siguiente: lo que hace feliz al hombre es la ignorancia, el resto es música celestial…

En este párrafo están recreadas todas las características que hacen que la literatura de Roberto Arlt, tenga esa significación tan especial.
¿Se puede decir qué es una literatura agradable, divertida, jocosa o cómica? ¿Se puede definir a Roberto Arlt cómo un escritor que causa placer al leerlo? ¿Qué sentimos nosotros cómo lectores al tomar, no sólo sus “Aguas fuertes”, sino también sus clásicas novelas cómo “El juguete rabioso”, “Los siete locos” y “Los lanzallamas”?
Justamente el error recurrente, en cuanto a la literatura de Arlt, es que se cree que la misma es cómica. Pero lo que en realidad se está confundiendo, es comicidad con sarcasmo y es justamente el sarcasmo lo que hace que este escritor se destaque.

“La pobre gente cree en lo que ha dado en llamarse “la alta sociedad”. Posiblemente la alta sociedad no exista sino en la imaginación de los pobres diablos y las infelices muchachas.”
“…pero en nuestro arrabal, en nuestros barrios, el vecino que se muere es un problema de compasión a plazo fijo y de comentarios innumerables.”

Se encuentran en todos sus textos de “Aguas fuertes”, una profunda mirada al entorno social, político y económico. Una burla mordaz a la cotidianeidad, a los estereotipos y a las características costumbristas de los años treinta en nuestro país. Su ironía y su burla generan en quién lo lee, esa especie de autorreflexión, de autocuestionamiento que nos hace ver lo que realmente somos.
Es innegable que la lectura de Arlt es corrosiva, crea ese desengaño que provoca el observar, de una forma subjetiva, la realidad más cruel; el suburbio, la carencia, el hastío, la melancolía.
De esta manera Arlt se trasforma, poco a poco, en el Baudelaire porteño, el cual ve a la sociedad que le toca vivir, como una época en decadencia. Así lo podemos comparar con la figura del Dandy: Ese héroe moderno, el cual rechaza la trascendencia de lo absoluto y crea su arte a partir de lo cotidiano, efímero, común y vulgar. Ese que posee una actitud moral que se representa en lo social, mientras establece las críticas contra lo burgués y lo aristocrático. El dandysmo es el culto a la diferencia y en especial en esta época, es la crítica a lo que se ha transformado en una religión: el progreso.

“Hoy no. Hemos progresado. No hay zanahoria que no esté dispuesto a demostrárselo. Hemos progresado… ¿El teléfono lo hace más feliz, un aeroplano de quinientos caballos más moral, una locomotora eléctrica más perfecto, un subterráneo más humano? Puede decirme, querido señor, ¿para qué sirve este maldito progreso?”

Erdosain, El Astrólogo, El buscador de oro, El hombre que vio a la partera, El rufián melancólico, Silvio Astier; todos sus personajes son él mismo, y su escritura, la encargada de quitar los prejuicios, la doble moral y los caprichos de la sociedad de su tiempo.

jueves, 18 de junio de 2009

Crónica de una esbornia anunciada.









¿El día del amigo o un dispendio de anécdotas que pueden resumirse como “más de lo mismo”? Bueno, eso queda dentro del marco de análisis de quien lea estas líneas.
La decretada obligación de la asistencia, hacía del mal llamado evento, una especie de obligación moral, en lugar de teñir la noche de espíritu festivo. La pregunta recae en, ¿Es necesaria la amenaza con la desacreditación de todo aquel que se atreva a faltar a la convención socialmente impuesta y abalada por una gran mayoría de los socios afiliados? Muchachos, pongamos las barbas en remojo porque si es necesario, estamos en el horno.
Como te contaba, la cosa comenzó tempranito. A eso de las 8 de la noche ¿Dónde? En el glorioso sindicato de borrachines ambulantes, jugadores empedernidos del fútbol cinco, cantantes frustrados y bailarines de poca monta. (De poca monta en la pista, porque si contamos la inversión financiera a la que muchos apostaron luego de la debacle de 2001, el interés prostibulario alcanzaría la suba del dólar en los países tercermundistas o en vías de desarrollo después del efecto tequila. Es decir, para muchos, pongamos que hablo de dos o tres, la monta, tema con el que comencé este paréntesis, se mide sin citar al INDEC, en los sucesivos viajes al cabaret) ¿En que estábamos? Ah…si en el galpón. Lugar entrañable para los días del amigo, inmediatamente posterior a la casa del “Gordo” Lea.
La “casa” de la cita, entonces, era el Galpón y justamente los que ya se encontraban en él cuando yo llegué eran, su dueño Juan Pablo “soy tu herrero”, “marote”, “hombre de las nieves (bonaerenses)”… la lista de apodos con el que se conoce a este personaje podría seguir infinitamente, pero no es el hecho ( pensándolo bien, él si fue un “helecho” (Del lat. filictum, lugar poblado de helechos). m. Planta criptógama, de la clase de las Filicíneas, con frondas pecioladas de dos a cinco decímetros de largo, lanceoladas y divididas en segmentos oblongos, alternos y unidos entre sí por la base, cápsulas seminales en dos líneas paralelas al nervio medio de los segmentos, y rizoma carnoso), pero al otro día en el fúlbito…de eso voy a hablar más tarde o más adelante) ¿Dónde quedará tu rizoma carnoso?
Estaban cuando yo llegué Juanpi y el “Gordo” Lea. Dupla poco seria y con la que más de una vez encaré una noche de bares. Entre idas y vueltas, la llegada temprano me sentó bastante bien para poder felicitar, de una manera un poco más intima, al “Gordo” Lea por su anunciada paternidad (paternidad que, como a todo hombre, nos quedará siempre en duda y a la cual nunca podremos echar juicio alguno, por no poder negarla racionalmente) Por lo tanto, sin rebozo ni lisonja con que a alguien se le corrige o reprende, le dije:
-Te felicito hermano, ahora a correr con los gastos- mientras decía estas palabras, note que con tono de zozobra, el parrillero condimentaba un asado de dudosa procedencia con un poco de sal gruesa (sal gruesa que se resume en sal fina atacada violentamente por los efectos de la humedad reinante en cada metro cuadrado de su casa)
Sin esbozar comentario, el “Gordo” Lea y yo vimos como el energúmeno ponía el cadáver, en forma de tiras de asado, de costado sobre las brasas a medio hacer. Papá, el asado, por más terciado que sea, va primero del lado del hueso…no se porqué…pero hacélo por respeto a la tradición ancestral carajo.
Entre comentario y comentario nos clavamos cuatro birras y fue entonces cuando se sumo a la mesa otro comensal. Juani “el diablo” Ristul. Con su brazo izquierdo siempre quemado, producto de los largos viajes en chata, que lo hicieron conocer más de un piringundin, y con su andar cansino y perezoso le ordenó con voz ronca de ex fumador:
-“Marote”, traete una birra, una silla y más salamín.-
Si al que le fue ejecutada la orden hubiese estado dentro de los cánones comunes de sobriedad, que no les quepa la menor duda que lo manda a la concha de su hermana. Pero como este tipo es tan bueno y el pedo multiplica su bondad, metió violín en bolsa y trajo lo requerido.
Cuatro, la cosa va tomando color y los temas a tratar van perdiendo seriedad. Y si de perder seriedad se trata, el quinto orejón del tarro fue el “Barsi” (no pongo su apodo entre paréntesis porque requeriría de un capítulo aparte o de un apéndice editado post mortem del autor)
Sacó un pucho antes de sentarse y balbuceó unas palabras ininteligibles para el resto de la mesa. Supusimos que había saludado educadamente y nadie se atrevió a preguntar: “¿qué mierda dijiste?”
A todo esto las birras seguían saliendo y entre ellas un Gancia, que amalgamaba de forma demasiado adecuada con la temperatura que nos brindaba esa noche de viernes. Pero el encargado del dispendio de tragos fue Manuel “turco”, o simplemente “el negro” (el negro que nunca falta en una banda de amigos), el único con chapa de la banda (chapa a nivel académico, porque las chapas del marulo están escaseando día tras día. Pero no importa, el tipo sigue firme al Glostora y el schapoo de ortiga y manda a cagar a quien le dice “pelado”) Este cayó con el “Polaco”, encargado de coronar todos los chistes de la banda llorando de risa.
- Y si, haceme uno a mi también…y mandále la rodajita de limón adentro. Para que tome gustito viste- Recuerdo que ya empezaba la utilización de diminutivos. Mala señal que se tradujo en experiencias surrealistas a medida que transcurría la noche.
El último en llegar fue Adri “Adriano” o “el Dr. Frío” apodo que se lo gano no sólo por su seriedad innata y su perpetua cara de culo, sino también por su tendencia al trabajo con aires acondicionados, heladeras y ventiladores. ¡La puta! parece mentira como muchas veces la forma de ser determina la profesión de uno. Digo esto porque pienso en “soy tu herrero” (Juampi), quien consta de una pestilencia ganada a fuerza de falta de baño y una serie de hedores indescifrables que hacen retraer a la memoria la figura de un tren de carga, bastante sucio…el tren. Y como al “Barsi” también le determinó la cara su profesión, porque aunque ustedes no lo crean, Barsi tiene cara de repositor de supermercado. Sí, no los engaño, hagan la prueba, pregunten a alguien que no lo conozca ¿cara de qué tiene este pibe? Y van a ver que entre otros epítetos le van a decir repositor de supermercado. No se, para mi que es por la nariz, pero hay cosas que parecen increíbles. Ni que hablar de la profesión que eligió el “Polaco”. Geólogo. Eso explica la tendencia a la derrota de cada sábado. El flaco es una piedra.
En fin, estábamos todos y la picada estaba liquidada al igual que la suma de diez cervezas y casi la botella de Gancia en su totalidad. Llegaba la hora de comer el plato principal.
Sabiendo de antemano como venia la cosa el “Gordo” Lea preguntó incisivo:
-¿Dónde y cuanto te salió la nerca?
- La compre de oferta en el super- dijo Juan Pablo mientras traía unos pedazotes de asado sanguinolentos y humeantes, que al tocar el plato se enfriaron misteriosamente- cinco mangos el kilo.
Las miradas se sucedieron unas a otras, traduciendo lo que se venia al efectuar el análisis de precio calidad.
¡Papito! Lo que comía Adri (“El Dr. Frío”) lo podía escuchar yo, que me sentaba en la otra punta de la mesa. El efecto de la carne contra los dientes era el mismo que produce la frotación de dos cuerpos ásperos. Al tercer pedazo que nos llevamos a la boca, lo miro al “Diablo” y parecía que había terminado recién de jugarse un partido. Chivaba como negro el hijo de puta, y me decía:
-Loco, se me cansan las mandíbulas- y se tocaba con el dedo índice y el pulgar los costados de su quijada.
El turco, por otro lado, luchaba infatigable con una costilla que era más grasa que carne. Llegado un momento no sabía bien si tirar a la mierda la comida o el cuchillo tramontina, el cual en épocas pretéritas había sabido tener unos dientes filosos, pero que en el presente, un poco menos pluscuamperfecto, poseía una superficie lisa y una punta que connotaba que alguna vez había logrado cumplir la función de destornillador.
Comimos lo que se pudo y tomamos más de la cuenta para lograr deglutir cada bocado. Por suerte nos acompañaron unas papas a las brasas y una morcilla vasca que logró escribir su propia historia, y gracias a eso la cosa pasó mal que mal desapercibida.
Pucho obligatorio para todos después de comer (menos para Juani que despunta los vicios a fuerza de meterle al organismo mayor cantidad de sustancias inflamables) y el momento de las vedettes de la noche. Transpirando condensación, se pusieron sobre la mesa una botella de Fernet y otra de whisky, fielmente escoltadas por dos morochas de dos litros y cuarto de la más popular bebida cola.
La cosa se estaba saliendo de los cánones que determinan las leyes socialmente establecidas por sobre el estado de las personas, para efectuar cualquier tipo de actividades, tanto de manera individual como colectiva.
Y sí… como siempre partimos sobre la base del fútbol. Que el pecho frío de Riquelme, que la mentira Messi, que el “Coco” se equivoco en los cambios, que el fútbol ahora es un negocio, que se valoran más los intereses económicos que el transpirar la camiseta, que aca hay un solo culpable y tiene nombre y apellido (en ese momento se citó al glorioso y asunte con desconocido aviso del “Pipi” que por culpa de unas hemorroides se perdió la cena) José Néstor Pekerman y la ilusión que nos hizo comer con el sub 20. Que los jugadores se venden al mejor postor, que ahora todo es un negocio sino mira el Gobierno, la guita en el baño, la balija, la venta de armas, la inflación, el dólar, el campo, la carne que no baja (y si baja comes mierda), las elecciones, los candidatos, los robos, la burocracia, la corrupción pasada, la presente, la futura, la lista sábana, los sueldos, otra vez los candidatos, los ricos, los pobres, la derecha, la izquierda y por que no se van todos a la puta que los parió.
A esa altura quedábamos menos. El “Gordo” Lea, el “Turco” y “Barsi” habían desaparecido del revés de la trama. Creo que los escuche despedirse pero no estoy del todo seguro. El que quedaba seguro era el “Polaco”, que mientras Juani contaba una anécdota, un tanto escatológica, se meaba de la risa en la punta de la mesa.
Bueno, quedaban en torno al cadáver de la mesa, con los platos todavía tratando de cumplir alguna función lógica por la que fueron creados y la lucha constante que manteníamos sin tregua frente a las bebidas espirituosas, las gaseosas cortantes del estrato y la escasez de los cubitos.
-Che - me dijo Adri- ese fernet es asesino- nunca nadie me podrá decir palabras más sabias. Igualmente le eche coca y me lo clave de una. Siguieron whiscolas más cervezas y más fernet.
Del “Galpón” despegamos temprano, pero en un estado que merecía la dignidad de cualquier trasnochador. Como siempre, Juani preparo un viajero (entiéndase botella de coca, mitad whisky mitad gaseosa o lo que se le quiera poner) que nos acompaño incondicionalmente durante toda la noche. El destino: la casa de unas amigas de Juani y de Juan “tu herrero”.
Llegamos y muy cortésmente saludamos a todas y cada una de las personas que compartían una mesa en un quincho casi como el nuestro, pero un tanto diferente. Quiero decir, todos los platos eran del mismo juego, al igual que las copas (de pié alto y base ancha) un mantel blanco, inmaculado, puro. Cubría una mesa que parecía amurada al suelo. Cada comensal contaba de su servilleta y sus cubiertos y a nadie se le hubiese ocurrido abrir una botella de vino, sin esperar a que se acabara la que estaba sobre la mesa. Un detalle a destacar era el posa botella o como se llame, encargado de no estropear la castidad del mantel. No se, pero había algo en ese mantel que llamaba poderosamente mi atención.
Juani y Juan, al ser los más conocidos, nos consiguieron un lugar preferencial en la mesa, no sin conseguir, antes de sentarnos, otra botella de cerveza.
Debo confesar que lo contado a posteriori, es todo un relato de los sucesos narrados por terceros al otro día de los hechos en cuestión.
Muchas minas por todos lados, muchas birras sobre la mesa, las carcajadas del Adriano que ya había perdido todo su dandysmo. La persecución abusiva de Juani a cualquier ejemplar femenino, la cabeza de “tu herro” moviéndose de un lado a otro y las palabras que como un prefacio de lo que estaba por acontecer salieron de mi boca:
-¿Che, el baño?-
-Vamos, es por el fondo- me dijo Adri, pero también nos siguieron las dos torres de uno noventa y cinco (Juani y Juampi) a las cuales se les hacía bastante difícil el desplazamiento por el predio.
Las sensaciones se suceden unas tras otras de esta manera: una duda sobre el estado de los miembros, tanto inferiores como superiores, una prueba de los mismos y la falta de respuesta de estos, a pesar de la orden instaurada. (un ejemplo práctico. En un momento de la noche cayó en mis manos una guitarra. Como casi siempre hacemos los buenos borrachos, nos pusimos a cantar. Y si de buenos borrachos hablamos, que mejor que cantar temas de Sabina. A lo que voy. Mi cabeza tocaba “19 días y 5oo noches” mis manos “y nos dieron las diez” y mis amigos “Dieguitos y mafaldas”) inmediatamente después llega a la boca del estómago una sensación de asco (asco es una palabra muy fuerte yo lo llamaría “asquito”) esa sensación se traslada a la boca en forma de un constante manantial de saliva. Una saliva liquida, casi como agua, que por más que uno se concentre, no logra detenerla y traga, traga y traga. Pero claro, llega un momento que el cuerpo no da más y la saliva no merma. Amigos la decisión está tomada…hay que ir al baño.
Particularmente el baño de esa casa constaba de un recinto (con su correspondiente inodoro) y de un ante baño con el lavamanos o el peninsularmente conocido lavabo. ¡A quien carajo se le ocurre hacer algo así en un quincho! Señores, el baño del quincho es un inodoro una piletita y punto. Claro, al saber que había llegado al baño sin pena y casi arañando la gloria, me afloje y deje que toda mi desdicha navegara por los conductos corporales sin intentar reprimirla. Era como alcanzar las antípodas, tocar el cielo con las manos, lograr el objetivo impuesto, satisfacer una necesidad fisiológica, biológica y vital. Pero no…a alguien se le tuvo que ocurrir hacer un ante baño, con un lavabo en lugar de directamente un inodoro, y como era de suponerse todo mi desengaño acompañado de desdicha, angustia, melancolía y hastío (para no decir cerveza, gancia, salame, queso, papas fritas, papas a las brasas, carne sin digerir, fernet, Whiscola y por sobretodo, mucha pero mucha morcilla) fueron a parar al lava manos.
¡Que alivio hermano! ¿Pero cómo se levanta un muerto así en casa ajena? Y ese es el punto donde encuentro el porque festejar, de ahora en adelante, el día del amigo el 20 de julio.
Mi estado era catatónico y lo que sólo lograron hacer mis amigos fue sentarme en el inodoro y decirme que me quede quieto. Abrieron el agua para que la angustia fluyera, pero eso sólo logró acrecentar los niveles de bazofia. El problema estaba en las entrañas del lavabo y el efecto tapón, producto de un resumidero demasiado pequeño. Con coraje, templanza, valentía y agallas vi como Juanpi se arremangaba la camisa y hasta el codo enfrentaba el problema con la incondicional escolta del “Polaco”, Juani y Adri que reían revolcados en el piso.
Lo que continuó es sólo un sin fin de ráfagas amnésicas que culminaron con el extravío de las llaves de mi casa, la interpretación de una serenata (ay, ay, ayay, canta y no llores….) mi vieja revoleando bollos de diario desde el balcón, mi viejo disfrazado de pitufo abriendo la puerta de calle y el grito de mis amigos.
-¡Arreglate!, aca te dejamos este paquete- eso lo decían por mi y mi estado de marioneta sin hilos- nosotros vamos a seguir festejando.

La misma procesión


El tipo se dispone, como siempre, a enfrentar la situación con valentía y vitalidad. No se duerme mientras el sol baja, sino todo lo contrario. Ya conoce. Ya sabe el final. No le importa demasiado. En la calle de sus deseos, está rezando porque algo cambie. Algo, una minúscula parte del algo, del todo. Que el presagio traiga los resplandores necesarios y así seguir adelante.
Pero no. El resultado es siempre el mismo. No importó ni la tarde, ni el pasado en que se tatuó los colores con el cuatro en la espalda y se dispuso a chivar la camiseta.
La ironía y el desencanto se apoderan de él al escuchar.
-Bueno “chicos”, hoy como es la primera clase, nos vamos a ir conociendo. Díganme su nombre, en qué parte de la carrera están y qué es lo que pretenden de la materia.
Con esta entrega monocorde de espíritu académico, ¿Alguien me puede explicar la razón sustancial de la antedicha proclama? Yo puedo entender la necesidad de romper con el estrato con el que se viste todo lo nuevo. Pero es necesario hacer algo tan raro para gente normal. La idea no sería pensar un poco (tema en el que voy a recaer más tarde) La situación se hace tan común, que se tatúa ya como una necesidad sine qua non de el comienzo de clases.
Si en este metro cuadrado, que es la Universidad, ya todos sabemos la poca impronta que se le da al conocimiento individual de los sujetos. Además de caer en la reflexión de que el nombre significará un conocimiento de quien lo posea.
Pero mucha más gracia me dan las otras dos preguntas: ¿En qué parte de la carrera están? Y ¿Qué pretenden de la materia, o por qué la eligieron?
Lo más gracioso es ver como el docente hace que escribe los datos en un cuaderno, pequeño, anillado, con letra desprolija, como si luego de la remunerada labor retornara a su hogar y frente al cuaderno volviera a releer las anotaciones y pudiera sacar el perfil psicológico del grupo que le tocó en gracia ese cuatrimestre.
Muchachos, si los programas ya están designados y determinados. ¡¿En que carajo cambia saber si estoy calentando la silla o rompiendome el balero con Adorno y Horkheimer!?
Es como si la idea estuviese instalada. ¿Por qué me anoté? La mejor de todas. Se puede ver la cara de los alumnos tratando de convencer al profesor de otra cosa que no sea “me anoté porque me quedaba bien el horario”. Lo más revolucionario fue escuchar a uno que con un taco en la medialuna del área dijo: “me enamoró el nombre de la materia” ¡Esos son huevos carajo! Nada de dimes y diretes, nada de elocuencia sin sabor, nada de imagen importante. “Me anote porque no sabía que cuernos hacer” significaba aquella frase, al mismo tiempo que inundaba de luz los alabastros pensamientos estudiantiles.
Una vez que nos despertamos y nos subimos al rayo (o este se nos sube a nosotros) vemos que las cosas continúan sin ternuras ni dulzuras.
Me gustaría encontrar a los pedagogos de la educación. Me canso y me levanto de escuchar que la Universidad es una fábrica de ideas, en donde se cultiva el intelecto, la subjetividad y la visión critica. Sí, claro. Por eso un porcentaje altamente estimativo de docentes tiene la hermosa y melodramática manía de juntarnos en grupo a hacer actividades durante la clase. ¡Viejo, porqué no se ponen las pilas y dan clases! Para juntarme con seis vagos a resolver cuestionarios me quedo en casa y que me pasen las preguntas por mail.
Es que no se dan cuanta que todo está muy rápido aca. Bondi, subte, trabajo, 8 horas (y una chica en el cielo todo el tiempo) salir, fichar, fichar, salir, bondi de vuelta, tren, UNQ (y sin aladelta) y en ese momento tratar de poner de acuerdo a media docena de cerebros quemados, para encontrar y responder la diferencia entre comunicador social y periodista.
Amigo, tíreme la posta usted que yo después veo. Uso esta fábrica de ideas para cultivar mi subjetividad y así alcanzar un espíritu critico que no me haga comer cualquiera. Pero terminésmola con el “equivocate así aprendés” Si todos a esta altura sabemos que de las equivocaciones no se aprende (recuerden las últimas selecciones que jugaron el la altura) y si no, prendan la tele y dispónganse, como siempre, a enfrentar la situación con valentía y vitalidad. No se duerman mientras el sol baja, sino todo lo contrario…

El Zarathustra cimarrón y vernáculo.

A MIS AMIGOS.

Esto nace como un elogio a tantos años de aguante y resacas mal curadas. En una navidad sensiblera y fuera de servicio. Más adelante Héctor Boga "El gorrión de Bernal" le pondrá música a los versos, que alegrarán las noches del Club Italiano.

El año próximo teñimos las canas,
que aparecen con el tic del reloj,
sin que por eso se me pasen las ganas,
de caratularme como eyaculador precoz.

Dando siempre lo mejor de cada nota.
Cantando, hasta que aguante, las cuarenta,
mentiras que hoy nos rompen las pelotas,
aunque soberanamente no se aparenta.

Invitamos a brindar de nuestra copa,
a cortar la crema de nuestro estrato,
aprendiendo primero a sacar la ropa,
de una prima hermana o de cualquier gato.

Hoy son seis abrazos fuertes de amigos
que se saludan de cualquier manera,
que se animan todos a cantar conmigo,
y que pasaron ya una vida entera

De adolescencia funesta entre granos,
de juguetes rabiosos por un rato,
de que nos ataran los pies y las manos,
y de no poder decapitar al beato.

Calculando los controles de alcoholemia,
besando en los rincones más de la cuenta,
sobornando y halagando a las abstemias,
con insoportable olor a pastillas de menta.

Bendito sea el fluir de nuestras venas,
que no merma a pesar del temporal
hoy recibimos tanto rubias como morenas,
porque estamos más allá del bien y del mal.

Pintemos de gala todos los excesos.
Reservemos en un rincón la melancolía.
Vayamos juntos a un lugar de esos…
y obtengamos de recuerdo una fotografía.

Dejemos a la puta una propina,
como hidalgos caballeros rocinantes,
así lo haría nuestro amigo, ese Sabina,
graduado de bastón, Bombin y mil amantes.

Para acción tenemos fuego contra fuego,
entre Torrente, Al Pacino y De Niro.
Una insatisfacción desmesurada de deseo,
traición, esmalte y en la frente un tiro.

Los sábados una lujuria inclemente
que el fútbol no permita recaída.
Soberbia noctámbula, floja, aparente,
que se siente el lunes y no se olvida

Rogamos por seguir este calvario,
de insolubles borrachines ambulantes,
refugio en la trinchera del ovario,
ni poetas ni músicos ni cantantes.

Fue mujer la que alzo nuestra bandera.
Incondicional profecía de las horas.
La noche dura mientras se espera
el apoltronado vestigio de las auroras.

Saludamos a los bobos y los favoritos,
a los sádicos que asisten a los entierros.
A los que juegan a hacerse los machitos,
y cuentan chistes con humor de hierro.

Cantamos infatigables a las viudas,
a esas que regalan besos de alquiler,
a las que sueñan soñando y son mudas,
a las que escriben y perfuman el papel.

Maldecimos la vida terminable,
la enfermedad, la caspa, los espejos.
La inmundicia de los días laborables,
los que se quieren quedar y se van lejos.

La insostenible indecisión de las solteras,
que no arriesgan a pasar el rato.
Que rezan en el altar de las hogueras,
a cualquier Dios y a Don Bosco Santo.

Reímos del fisgón, y del zaguán,
de la convalecencia, de los adulterios.
De los que creen que son Don Juan.
De los ascetas, los notarios y los serios.

Destacamos la vida perdurable,
las minifaldas, las tangas, los escotes.
Dar buenas razones a los razonables,
caerse del caballo y seguir al trote.

En resumen, seguimos tan ateos
como cuando dejamos el corazón
colgado en la esquina del deseo,
y decidimos esperar en la estación

El tiempo corre, vuela y ya es tarde
para excusas y sin sabores de caballeros.
Aprovechemos mientras la entrepierna arde,
y bailemos al compás de los boleros.

Gracias a Beethoven por la novena,
por el uno dos ultra violento.
Por las peluqueras, y las Magdalenas,
que nos hicieron pasar buenos momentos.

A las empanadas de todos los domingos.
Comunión impostergable que no se corta.
A las insistencias, reincidencias y ruegos.
A las tardes de fútbol, tabiques y rodillas rotas.

A los mil y un mensajes de texto
que lograron postergar mi matrimonio.
A tener con la almohada buen sexo.
A los redondos, al Diego y al demoño.

Gracias al tangible dios de la cerveza,
que logra cada noche una compañía.
Que amortaja los labios de la certeza,
que da a la boca el sabor que no tenía.

Gracias al galpón y a esta última curda.
Porque otros y ustedes no son lo mismo.
Por patear los penales con la zurda,
y a hacer de la amistad nuestro catecismo.

Un segundo.
Un segundo que a la orden del día puede significar muchas cosas. Entre ellas, la fragmentación desinteresada y arbitraria del tiempo. Del cronos vacío que llega a raudales hasta un punto determinado y determinante, para convertirse de forma inmediata, en una histérica historia pretérita y un poco menos que pluscuanperfecta.
Ni más ni menos que un segundo, que no es poca cosa. Y enmarco la frase anterior reivindicando a todo lo que conlleva como rotulo indeleble la postura hidálguica de segundo (que viniendo al caso (y disculpando el gerundio) no se trata de segundones. Porque en definitiva el segundo es el que acredita la existencia táctica y tacita de un primero, ala vez que, sumado a las distintas partes del todo, logra la unidad del minuto. Y así llegamos a tener dos segundos importantísimos a la “hora” (que sin el segundo no sería nada) de la comparación con un sólo primero.
Decíamos… sobre la importancia del segundo, y viene irremediablemente a la memoria aquella lejana selección del 90, que logró poner los pelos de punta al más mentado con aquellas instancias lúdicas resueltas por un segundo arquero y las lágrimas con camiseta suplente (que a la vez podría calificarse como camiseta segunda) Sean eternos los laureles… hijos de puta!!! Gracias Diego.
Porque en definitiva, los segundos son también, en cierto sentido, gente que vive opacada por la sombra de los primeros. Seguramente, George Harrison sería aún mejor guitarrista, si no tuviese por encima a dos monstruos como son John y Paul.
Y para hablar de literatura no se puede escapar de la comparación, con el permiso de cierta izquierda vernácula y proclamar que Sábato, en el caso que no existiera o existiese Borges, sería, o estaría considerado mejor escritor de lo que es (¿O escribidor?)
Resumiendo. El motivo de tanto palabrerío, y dejando (perdón por el gerundio) por un rato los zapatos de goma a los pies de la cama, es que esto que usted tiene ante sus ojos es un segundo. Un segundo que, como excepción que da validez a la regla, no tiene ni por asomo un primero que le haga sombra.

Este es el lugar de los segundos, de los subcampeones y de los que siempre se sintieron a la sombra de otros. Ojalá se disfrute.