martes, 30 de septiembre de 2014

“Short cut” de Raymond Carver.

No puedo hablar sólo de este libro, sin referirme indirectamente a otros textos del autor. Quiero decir que su obra se ve (y se lee) tan vinculada, que recomendar “Short cut” es también recomendar “De qué hablamos cuando hablamos de amor”, “Quieres hacer el favor de callarte por favor”, “La vida de mi padre”… entre algunos otros que seguramente me esté olvidando.

Por otro lado con Carver me pasa que no puedo separar al autor de los sucesos que le tocaron vivir a lo largo de su corta vida. En su biografía se destacan los problemas con el alcohol, su pronta paternidad (a los 21 años ya era padre dos veces) los problemas económicos, los estudios temporalmente distanciados, los trabajo a los que recurrió para ganarse el pan etc.

Ahora bien, cuando conocemos de quién estamos hablando cuando hablamos de Raymond Carver, sus historias comienzan a tomar una forma sustancial para el lector, quién llegado el momento se encuentra absorto y desconocido dentro de cada uno de los personajes.
Nos empapamos de escenas de la vida cotidiana, charlas mundanas y personajes extremadamente comunes, insertos en una sociedad particularmente alienada, anónima y melancólica. ¿Qué es lo que hace ser maravillosos a estos textos? Bien, detrás de ese estilo simplista (minimalista para algunos críticos) se esconde la esencia misma de su autor.

A través de su escritura se reflejan los fantasmas de una sociedad. Encontramos así alcohólicos, prostitutas, malos matrimonios, delincuencia, desesperanza, desconsuelos, engaños, desengaños, amores, violencia, asesinatos y toda una serie de características que conforman los sentimientos verdaderos no sólo para el autor, sino también para quien se enfrenta a sus historias.

Existe un verdadero sentido para que alguien como Carver escriba de esta manera, y es un gran desafío para el lector tratar de descifrarlo. Lo destacable es que él la encontró a la vez que la muerte lo encontraba a él cuando todavía era muy joven. (Al morir Raymond Carver tenía 49 años).


Por Matías Comicciolli.

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