martes, 2 de septiembre de 2014

“La reconstrucción” de Juan Taratuto.

No podemos recomendar esta película sin antes avisar que es muy triste. No hablo de esa tristeza lacrimosa, donde uno moquea sin darle demasiado sentido al sentimiento en si, hablo más bien de una historia triste desde sus cimientos. Por esta misma razón tampoco es una película que se ande recomendando como para pasar un buen rato o para entretenerse.

El lenguaje con el que se sirve el director es el de los silencios, la reflexión y la introspección. Todo esto metido en una historia perfecta por su dramatismo y belleza. Debido a lo cual estaremos muy equivocados si lo que pretendemos es ver velocidad, largas explicaciones y tonos exultantes.

Diego Peretti es Eduardo un empleado petrolero que se enmascara detrás de su trabajo y sobre todo de su rotunda soledad. Vive casi al limite de la supervivencia y aparentemente no le importa. Esa es su guarida, su refugio y su protección de algo que aún no sabemos, pero que intuimos. Detrás de esa imagen Taratuto deja espiar apenas un secreto, un sufrimiento y una respuesta a los “por qué” que se nos plantean sobre el personaje.

La vida de Eduardo se centra en el trabajo y el lugar donde sobrevive, hasta que recibe el llamado de un viejo amigo, interpretado por Alfredo Casero, que lo saca de su burbuja de aislamiento para transportarlo a un mundo totalmente diferente el cual comenzará a socavar ese sufrimiento interno que pesa sobre el personaje. Claro que para que eso suceda, la vida de los personajes tomará un giro que hará reformular los sentimientos afectuosos de cada uno de ellos.

Además de Peretti, y Casero “La reconstrucción” cuenta con la excelente actuaciones de Claudia Fontan. También se deben mencionar los increíbles paisajes del sur argentino que dan un marco más que adecuado para respaldar la historia.

Con “La reconstrucción”, Juan Taratuto se vuelve a destacar como director, con la diferencia que deja la comedia para enfocarse directamente en un drama que emociona a medida que se va armando, mientras juega con un espectador atrapado en los silencios del relato.


Es muy recomendable para quienes buscan emocionarse con buen cine y ponerse a distancia de un tradicional entretenimiento pochoclero.

Por Matías Comicciolli.

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