"Días de gloria, perdidos en el guiño de una chica."
Bruce Springsteen
“El
objetivo es claro y conciso. El tema es plantear un método adecuado para que la
táctica sea eficiente.”
Llegué
temprano al club porque mi cabeza era una licuadora y porque debido al calor,
hacía tres horas que no tenía luz. Motivo más que suficiente para despegar de
casa.
Me
senté donde siempre, a la espera del resto de los jugadores.
“Hoy
tenemos que ganar, no puede ser que la derrota sea la costumbre de cada sábado.
Tenés que pensar: Jugar al fútbol con amigos es igual a lo que te está pasando
con ella. Cada encuentro es una derrota asegurada. Modificar esta situación requiere
de una planificación previa, que de tantas vueltas que doy se vuelve
irrealizable. Lo peor de todo es que cuando termina la jornada te ponés a
pensar inmediatamente en la revancha”
El
tema, y el posterior análisis es recurrente, pero… ¡Que pretenden para un
sábado a la tarde! Estiré las piernas, y me aboqué a la reflexión metafísica
del dilema existencial.
“Hay
que enfrentar al enemigo con el único fin de tener éxito en la batalla. En este
caso, la situación análoga lleva a configurar al otro como un “ella” y también
como a un “equipo contrario”
Hasta
ahí la cosa viene siendo clara. El tiempo, cuando uno no sabe en qué
aprovecharlo, lo invierte sin intereses a la meticulosa reflexión de comparar
un simple juego, pasión de multitudes, con su momentáneo estado sentimental.
“La
misión está establecida por la llevada a cabo y posterior triunfo de la misma.
Es decir: la conquista amorosa o los heroicos laureles de la victoria
deportiva. El lapso espacio temporal es sistemático y depende fundamentalmente
de la acción u omisión, de las acciones llevadas a cabo dentro del campo de la
estrategia. Para esto se requiere una profunda proyección anticipada del plan
de juego”
Los
pensamientos fluían con soltura, pero hasta el momento no había nada que me
hiciera, o hiciese, alcanzar una afirmación valedera. Sólo sabía que estaba en
el bar del club, esperando al resto de los muchachos, tratando de cubrir con
desapego el dimensional bache del hastío.
“Antes
de pensar en el otro, pensemos en uno mismo. Enumeremos los recursos y
posibilidades con los que contamos para alcanzar las metas propuestas. Bueno,
no son muchas. Más bien diría que escasas, por lo que es requisito fundamental
el uso eficiente de las potencialidades no renovables. A saber: soltura,
distensión, buena dialéctica, comprensión de la jugada y sobre todo confianza y
optimismo.
Como
siempre decís: Juguemos desde la alegría. No bajemos los brazos. Muchas veces
esa inseguridad que nos amenaza y que indudablemente se convierte en lo más
difícil de combatir, es una verdad que nace de nosotros mismos. Una certeza
infundada en lo artificial de un pensamiento atormentador, que acaba anulando
cualquier camino hacia la clara comprensión. Lograr bloquearlo, se transforma
en la principal arma de nuestra existencia, por más paupérrima y mediocre que
esta sea y ese es el toque en profundidad para quedar mano a mano con un
arquero sin suerte.
Buenas
armas como para empezar a hablar. Ahora sí, pongamos atención en el otro. En
“ella” fundamentalmente y en el juego de variables que habría que ir anulando
para comenzar a transitar un camino menos contingente. Principalmente sería
lograr su conquista al menor costo material posible. Dentro de lo cual entran
lo humano y lo sentimental. Por que no es cuestión de meter todas las fichas a
pleno, salir como desbocado desde el punto de partida y caer sobre el doloroso
asfalto del rechazo inmediato e inminente. La idea de: “no te preocupes, si el
NO ya lo tenés”, no entra dentro de las variables. Eso es como entrar perdiendo
uno a cero. La idea, en este caso, es avanzar, mantener la posesión de la pelota,
hacer jugar al otro dentro de las posibilidades que nosotros le ofrecemos, proteger
la parcialidad del evento. Dejar jugar, recuperar tenencia y llegado el momento
oportuno atacar y meter el gol.
¡Ojo!
que frente al equipo adversario pasaría más o menos lo mismo. No sería
conveniente “dejar la vida” en la primera pelota dividida del encuentro, si eso
nos cuesta la implicancia de salir con una pierna al hombro a los cinco minutos
de juego.
Es
recomendable administrar los recursos, para que el campo de posibilidades no se
agote frente a la primera acción de ataque. Primero muevo la pelota, la hago
circular por todo el campo, veo como se posiciona el rival, la calidad de sus
jugadores, me aseguro de su táctica y de su estrategia. De ahí en más nada de lo
que haga se encuadra dentro del orden de lo fortuito, casual o aleatorio. La
intención, el propósito y la finalidad están en cada movimiento y en cada
palabra, como marcas indelebles de un accionar premeditado y alevoso. Más o
menos de este modo, se va dibujando un mapa estratégico mental, no del todo
seguro ya que siempre podemos recurrir a ideas que estén fuera del patrón
habitual de pensamiento racional. Esto implicaría la no limitación de posibles
ideas para alcanzar el objetivo deseado. Es decir: dar por tierra con tanto
pensamiento previsor y volcarse a las alas del destino. Con esto, la rigidez en
el análisis se desvanece y la creatividad y la innovación pasan a formar parte
de un sistema improvisado de posibles enfoques descabellados. Como el de muchos
equipos profesionales de primera división, que hace años juegan con sistemas
similares. Pero evaluando el resultado de estos últimos, no veo que sea del
todo conveniente ponerlo en práctica en cuanto a ella”
Seguía
sólo en el bar del club, pero ya me veía encaminado a una conclusión favorable.
Después de todo, el resto de la tarde la pasaría jugando al fútbol con amigos.
¿Qué importan las conclusiones acertadas, dentro de una coyuntura determinada
por lo lúdico y azaroso?
Pegada
a esta incógnita reflexioné que hasta el desenlace más terrible, imposible e inimaginable
comienza siempre con una pregunta.
“Nuestra
postura es clara: nos paramos de forma ofensiva frente al rival. Frente a ella
también: entre tanto centro al área y tanta gente en el ataque las
posibilidades de marcar un tanto se hacen inminentes. En estos casos, y de
forma controversial, se tienen todas las de ganar. Haciendo un repaso rápido,
la táctica estuvo bien planteada y la estrategia siempre resultó favorable.
Además hay una ventaja y creo que es la más importante del plan”.
Los
equipos ya estaban dentro del campo, pero no podía aflojar ahora con semajente
cavilación. Con tremenda epifanía amorosa.
“En
todo momento se dejó ver el modo de mi juego, se practicaron las jugadas
preparadas con público y periodistas, prácticamente, y con conocimiento de
causa, anuncié la formación con anterioridad, se desnudó cada principio y cada
elemento que se tenía como arma de ataque. Ella sabe que nos vamos a posicionar
prácticamente con una combinación de 1-1-1-8, en la que el arquero es el
primero de la secuencia. Y ahí es donde cobra vida mi plan. Genio táctico,
heredero de la planificación, descendiente directo de la efectividad en la
competencia. Dejaste tan descuidado el fondo que ella solita, tal vez con un
par de delanteros, casi sin quererlo, de contragolpe te enchufa el gol de su
victoria. Resultado: ambos ganan.”
Me
sentía un genio. Me ajusté los botines y salí a la cancha. Ese sábado a la tarde
fue un empate más insulso que un sándwich de lechuga, pero el partido con ella,
todavía está por jugarse.
Por Matías Comicciolli (8/2/2013)
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