lunes, 4 de agosto de 2014

Salvemos el fútbol. (Relato)


Bueno muchachos, tanta cosa tanta cosa, el tiempo siguió pasando y ahora no somos ni de aca, ni de allá, ni de ninguna parte. Nuestra cancha que tantos buenos y malos momentos nos ha sabido brindar, esa cancha que cobijó las peores hazañas de una trup de inclaudicables borrachines ambulantes, que supo distinguir entre lo bueno y lo malo sin discriminar por la actuación deportiva, esa cancha que supo funcionar con la usura que apoltrona los bolsillos más derrochones todos los fin de semana... bueno, esa cancha ha sido usurpada por un grupo monopólico que a fuerza del más salvaje capitalismo a cooptado la libertad de alquiler y por una finanzas superior a nuestra deuda, nos dejó sin la pena ni la gloria de los sábados a la tarde. Si amigos, otro claro ejemplo de la indulgencia que convive dentro de una sociedad contaminada por el consumo masivo, la falta de solidaridad, la influencia multimediática, la comida tay, los pilates, las piletas y por sobre todo, por la enseñanza filibustera de tener para poder ser. Como un grupo de obreros desempleados después del crack del 29, nos hemos quedado en la calle y es por eso que escribo este mail.

Como no me quiero quedar como aquel que es fuerte y tiene que bajar los brazos cuando el hambre apremia, propongo y determino con la hidalguía de aquel que sabe lavarse las patas en la palangana sin mojar las baldosas, continuar con esta tradición milenaria que logra que mantengamos en uso el último agujero del cinturón. Esta costumbre que hace no olvidar y perdonar las planchas, las zancadillas, los codazos y las tucumanas al tabique... esta costumbre no puede terminar así (léanlo con la voz de Sabina) Como Joaquín dijo alguna vez; "Salvemos al Británico" por el emblemático bar porteño, yo digo Salvemos el fútbol. "Yo en lo particular me equivoque y pagué, pero la pelota no se mancha" Otra frase emblema para enmarcar la situación que nos aqueja.

Por eso y para terminar con la parafernalia, propongo no claudicar con nuestros fines de lucha y resistencia y confeccionar una lista alternativa y cambiante de nuevos horarios y días, en los cuales poder asistir al mal llamado evento.

Por Matías Comicciolli.

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