miércoles, 20 de agosto de 2014

“Jason Becker. Not dead yet” de Jesse Vile.

El documental es sin dudas una prueba. Se trata de comprobar quien puede verlo sin llorar como un chico. El nivel de sensibilidad que logra tocar la historia de este guitarrista, es una patada en el pecho tanto para hombres como para mujeres, para jóvenes como para ancianos, para terrícolas y extraterrestres. Ni te digo si sos de esas personas a las que se le forma un nudito en la garganta, cundo escucha y disfruta con un solo de guitarra.

Narra la historia de vida (nunca mejor elegidas estas palabras) del excelente guitarrista Jason Becker. Para ilustrar un poco a esta persona, sólo me sale decir que hablo de un verdadero talento de las seis cuerdas. A los cinco años le regalaron su primera guitarra, desde ahí su amor por el instrumento se transformó en algo incondicional. Se cuenta que llegó a tener varias guitarras, incluso una pequeña para practicar en el auto mientras esperaba que el semáforo se pusiera en verde. UN GENIO!!!.

Su carrera fue a tal punto meteórica que a los 15 años lograba desarrollar técnicas que a muchos otros les resulta imposible alcanzar. Tanto es así que muy pronto comenzó a ejercer como músico profesional. Pero claro, la vida a veces tiene esas bromas tan simpáticas. A los 19 años y a un paso de cumplir el sueño de salir de gira con David Lee Roth, le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrofica.

Desde ese momento no podes dejar de poner en perspectiva la lucha de este hombre por reconstruir lo que será su nueva vida. La ayuda de sus amigos, su familia y su novia son el pilar fundamental donde la voluntad de Jason se apoya para seguir adelante. Pero nada de eso sería posible sin la obstinación por seguir tocando la guitarra. Todo se resume con una sola palabra: Amor. Y eso es lo que se ve con suma simpleza en la tapa de la película. Una excelente foto que nos pinta plenamente la personalidad de este héroe.

Para significar aún más la importancia de Becker en el mundo de la música, durante el documental podemos escuchar a otros grandes guitarristas como Marty Friedman, Richie Kotzen, Joe Satriani y Steve Vai, además de verlo a él cuando disfrutaba ejecutando algún solo de alta velocidad, como cuando, por culpa de su enfermedad, le toco componer a través del movimiento de sus ojos.


Cuesta creer, y la vez es admirable, como alguien continuó teniendo tanta motivación por seguir adelante después de quedar postrado en una silla de ruedas. Se podría afirmar que en Jason, la ELA no alcanzó a afectar su sencillez y sentido del humor. Es sin dudas caer en un lugar común, si digo que es una ejemplar historia de vida, pero otro calificativo no cabe cuando terminamos de ver este excelente documental, que sin dudas se puede acompañar con cervezas y muchos pañuelos descartables.

Por Matías Comicciolli.

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