jueves, 28 de agosto de 2014

“La invención de la soledad” de Paul Auster.

“Cuando el padre muere –escribe-,
el hijo se convierte en su propio padre y en su propio hijo.
Mira a su hijo y se ve a sí mismo reflejado en su rostro.
Imagina lo que el niño ve cuando lo mira
 y se siente como si interpretara el papel de su propio padre.”

A esta altura recomendar por este sitio un libro de Auster es algo habitual. Pero no podemos dejar de hacerlo. Sobre todo cuando se trata de su primera historia publicada en prosa. Y para ello no eligió una ficción así nomás, sino que se basó en su propia historia personal y sobre todo en sus sentimientos más íntimos.

Podría afirmarse que es un libro autobiográfico, pero creo que es más que eso,  ya que no se encarga de acumular datos a partir de la vida de quién escribe, sino que se utilizan detalles de la realidad como vía, como vínculo y como medio. Fundamentalmente podría decir que se aborda un tema tan universal como lo son las relaciones entre un padre y un hijo y lo difícil que resulta la convivencia con uno mismo, cuando el papel que representamos es tanto el del padre como el del hijo.

“La invención…” se divide en dos capítulos que funcionan también como partes individuales del mismo relato. En el primero de ellos, “Retrato de un hombre invisible”, el autor trata, luego de recibir la noticia de la muerte de su padre, de recrear, rearmar su vida con los distintos objetos que va encontrando en la casa del recién fallecido. De esta manera va tejiendo toda una serie de perfiles que conforman la figura de su progenitor.

En la segunda parte, titulada “El libro de la memoria” considero que tiene más bien un tono de ensayo. En él, Auster, trata de demostrar las distintas maneras de reconstruir el pasado mediante la literatura y escritura utilizando como herramientas los hechos y circunstancias guardados en nuestra memoria.

La muerte, la memoria, y el tiempo son los pilares en los que se apoya la “novela” para dar cuenta de la vivencia de ser padre e hijo y de cómo somos influenciados, e influenciamos, a un destino teñido de recuerdos que se guarda en algún lugar y que se dispone a salir de las profundidades cuando nos inunda una ausencia irreparable. Porque simplemente se trata de la forma o de la manera que encontramos, en este caso la escritura, de preservar la memoria y vencer a la muerte.


No voy a decir que es un libro por demás recomendable, por no decir de lectura obligatoria. No lo voy a decir ya que de lo contrario tendría que hacer mención sobre el fanatismo que me inunda cada vez que tengo entre mis manos un libro de Paul Auster. Y no lo voy a hacer. Por el contrario, voy a sugerir que si alguien de los que lee esta breve reseña aún no disfrutó nada del mencionado escritor, “La invención de la soledad” es perfecto como libro de iniciación hacia su literatura.

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