Bueno
muchachos, tanta cosa tanta cosa, el tiempo siguió pasando y ahora no somos ni
de aca, ni de allá, ni de ninguna parte. Nuestra cancha que tantos buenos y
malos momentos nos ha sabido brindar, esa cancha que cobijó las peores hazañas
de una trup de inclaudicables borrachines ambulantes, que supo distinguir entre
lo bueno y lo malo sin discriminar por la actuación deportiva, esa cancha que
supo funcionar con la usura que apoltrona los bolsillos más derrochones todos
los fin de semana... bueno, esa cancha ha sido usurpada por un grupo monopólico
que a fuerza del más salvaje capitalismo a cooptado la libertad de alquiler y
por una finanzas superior a nuestra deuda, nos dejó sin la pena ni la gloria de
los sábados a la tarde. Si amigos, otro claro ejemplo de la indulgencia que
convive dentro de una sociedad contaminada por el consumo masivo, la falta de
solidaridad, la influencia multimediática, la comida tay, los pilates, las
piletas y por sobre todo, por la enseñanza filibustera de tener para poder ser.
Como un grupo de obreros desemplea dos después del crack del 29, nos hemos quedado en
la calle y es por eso que escribo este mail.
Como no me quiero quedar como aquel que es fuerte y tiene que bajar los brazos
cuando el hambre apremia, propongo y determino con la hidalguía de aquel que
sabe lavarse las patas en la palangana sin mojar las baldosas, continuar con
esta tradición milenaria que logra que mantengamos en uso el último agujero del
cinturón. Esta costumbre que hace no olvidar y perdonar las planchas, las
zancadillas, los codazos y las tucumanas al tabique... esta costumbre no puede
terminar así (léanlo con la voz de Sabina) Como Joaquín dijo alguna vez;
"Salvemos al Británico" por el emblemático bar porteño, yo digo
Salvemos el fútbol. "Yo en lo particular me equivoque y pagué, pero la
pelota no se mancha" Otra frase emblema para enmarcar la situación que nos
aqueja.
Por eso y para terminar con la parafernalia, propongo no claudicar con nuestros
fines de lucha y resistencia y confeccionar una lista alternativa y cambiante
de nuevos horarios y días, en los cuales poder asistir al mal llamado evento.
Por Matías Comicciolli.
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