“es esa clase
de mujeres que eclipsan a todas las demás…
me dejó ser la mejor versión
de mi mismo”
Sí, otra comedia romántica, pero esta goza de una
vuelta de rosca que le da un espíritu distinto. Tiene, claro está, la historia
de amor, el conflicto entre la pareja, los toque de humor y sobre todo las
“idas y vueltas” de sus protagonistas. Pero a la vez carece de esos tintes
rosas y de las figuras convencionalmente bellas y sexualmente aceptables que
tan acostumbrados nos tienen las clásicas comedias estadounidenses de este
genero.
Nathalie tiene unos 30 años y está felizmente
enamorada de su marido y juntos comienzan a planear la llegada de un hijo. Pero
la vida muchas veces tiene para jugar cartas distintas a nuestros planes y en
un accidente Nathalie queda viuda. Se sumerge así en una profunda tristeza que
oculta a través de su actividad laboral, hasta que un día sin preverlo siquiera
le da un largo y emotivo beso a su compañero de oficina Markus.
En este punto comienza una historia sencilla y
precisa que intenta llevar a estos dos personajes más allá de una belleza
estéticamente superficial. Remarco este punto porque los directores juegan con
el personaje de Markus mostrándolo como alguien desalineado, descuidado, un
poco tonto, tímido e inseguro. Pensemos en ese clásico personaje de oficina que
pasa desapercibido ante los ojos de los demás. Pero claro, ella, a cargo de la
liadísima Audrey Tautou, mediante su delicada figura y su tierna expresión,
logra ver en él, François Damiens (“Rompecorazones”)
a alguien bueno, sensible y divertido.
La película cuenta con, además de excelentes
actuaciones, diálogos muy logrados y algunas escenas cinematográficamente muy
significantes (la escena en que ellos discuten en el baño por ejemplo) Aparecen
también algunos momentos cómicos, pero no de esos que hacen reír, sino de los
más sutiles, de los que hacen dibujar simplemente una sonrisa.
El film de de los hermanos Foenkinos está basado en
la novela escrita por uno de ellos (David), que además realizó la adaptación
del guión y la puesta en escena. Básicamente los directores apuntan a la
sinceridad dentro de una relación amorosa que se ve cargada de prejuicios y obstáculos
por parte de un entorno incomprensivo y superficial. Y es aquí donde se nota la
mano del cine francés por sobre los clichés de las clásicas películas
románticas que abundan en demasía.
Por Matías Comicciolli.
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