El documental es sin dudas una prueba. Se trata de
comprobar quien puede verlo sin llorar como un chico. El nivel de sensibilidad
que logra tocar la historia de este guitarrista, es una patada en el pecho
tanto para hombres como para mujeres, para jóvenes como para ancianos, para
terrícolas y extraterrestres. Ni te digo si sos de esas personas a las que se
le forma un nudito en la garganta, cundo escucha y disfruta con un solo de
guitarra.
Narra la historia de vida (nunca mejor elegidas estas
palabras) del excelente guitarrista Jason Becker. Para ilustrar un poco a esta
persona, sólo me sale decir que hablo de un verdadero talento de las seis
cuerdas. A los cinco años le regalaron su primera guitarra, desde ahí su amor
por el instrumento se transformó en algo incondicional. Se cuenta que llegó a
tener varias guitarras, incluso una pequeña para practicar en el auto mientras
esperaba que el semáforo se pusiera en verde. UN GENIO!!!.
Su carrera fue a tal punto meteórica que a los 15
años lograba desarrollar técnicas que a muchos otros les resulta imposible
alcanzar. Tanto es así que muy pronto comenzó a ejercer como músico
profesional. Pero claro, la vida a veces tiene esas bromas tan simpáticas. A
los 19 años y a un paso de cumplir el sueño de salir de gira con David Lee Roth,
le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrofica.
Desde ese momento no podes dejar de poner en
perspectiva la lucha de este hombre por reconstruir lo que será su nueva vida.
La ayuda de sus amigos, su familia y su novia son el pilar fundamental donde la
voluntad de Jason se apoya para seguir adelante. Pero nada de eso sería posible
sin la obstinación por seguir tocando la guitarra. Todo se resume con una sola
palabra: Amor. Y eso es lo que se ve con suma simpleza en la tapa de la
película. Una excelente foto que nos pinta plenamente la personalidad de este héroe.
Para significar aún más la importancia de Becker en
el mundo de la música, durante el documental podemos escuchar a otros grandes
guitarristas como Marty Friedman, Richie Kotzen, Joe Satriani y Steve Vai,
además de verlo a él cuando disfrutaba ejecutando algún solo de alta velocidad,
como cuando, por culpa de su enfermedad, le toco componer a través del
movimiento de sus ojos.
Cuesta creer, y la vez es admirable, como alguien
continuó teniendo tanta motivación por seguir adelante después de quedar postrado
en una silla de ruedas. Se podría afirmar que en Jason, la ELA no alcanzó a
afectar su sencillez y sentido del humor. Es sin dudas caer en un lugar común,
si digo que es una ejemplar historia de vida, pero otro calificativo no cabe
cuando terminamos de ver este excelente documental, que sin dudas se puede
acompañar con cervezas y muchos pañuelos descartables.
Por Matías Comicciolli.
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