jueves, 23 de octubre de 2014

“Vino para robar” de Ariel Winograd.

Muchas veces buscamos películas para pasar un buen rato. Nada de andar pensando mucho, analizando detalles y sentimientos escondidos. Nos sentamos simple y llanamente a divertirnos. Viendo el trailer nos podemos hacer la idea de pasar un buen momento, pero inmediatamente caemos en la cuenta que este es cine nacional y que el género en cuestión puede resultar paupérrimo dentro de este marco.

Por suerte este no es el caso, y el tiempo que dura la película es disfrutable y divertido de principio a fin. Buena imagen, buena realización, buen argumento y buenas actuaciones. Sólo se necesita eso para que un policial de enredos, mezclado con comedia romántica y mucho de parodia, den un excelente resultado al espectador.

Daniel Hendler es Sebastián un ladrón de piezas de arte que se ve seducido y engañado por Natalia, otra profesional del gremio a cargo de Valeria Bertuccelli. Una cosa va llevando a la otra y debido a una serie de casualidades y giros de la vida, terminan trabajando juntos con la finalidad de robar una botella de vino cuyo valor trasciende lo económico. Completan el elenco  Martín Piroyansky como el inseparable compañero del protagonista, Pablo Rago en el papel del investigador, Juan Leyrado que es el malo en cuestión y Estaban Balbi como el padre de la chica.

Todos ellos, tanto en conjunto como individualmente, mantienen a nivel la película que no decae en ningún momento. Las locaciones mendocinas también ponen su cuota al resaltar bodegas y viñedos que contextualizan perfectamente con la historia. El montaje, el vestuario y algún que otro efecto dan el toque necesario para cerrar con un muy buen trabajo en conjunto.

Sin dudas la mención especial se la lleva el guión, el cual empieza como algo simple y censillo pero que con el correr de los minutos se va tiñendo y enroscando hasta que finalmente alcanza la incoherencia y el absurdo pero sin caer en lo obvio, en lo rápido o en lo tonto. La química entre la pareja protagonista da sentido a cada escena que con humor, guiños y mucho talento, nos hacen disfrutar de los variados matices de la historia.

Winograd nos había dado un buen preámbulo de su capacidad con “Mi primera boda” (2011) pero con “Vino para robar” arriesga un poco más y redobla la apuesta con una comedia que sin cintura podría haber sido un fiasco.

Quien se siente a verla la va a disfrutar, se va a reír sea, o no, amante de este tipo de películas y creo que ese es el mayor logro del film de Winograd. La película esta bien hecha, con un trabajo en conjunto que la logra, la redondea y la hace cerrar perfectamente dentro de un género al que no estamos muy acostumbrados por estas latitudes.


Por Matías Comicciolli.

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