miércoles, 15 de octubre de 2014

“The perks of being a wallflower" de Stephen Chbosky.

Me resulta muy difícil hacer una breve síntesis para recomendar la película. Ya desde el título en castellano la cosa se pone compleja: quién miraría “Las ventajas de ser invisible”. Pienso en el momento en que me enfrente a algunos amigos y les diga: “es una película de adolescentes estadounidenses que van a la preparatoria y son como los excluidos del grupo y los que sufren las cargadas y los malos tratos del resto. Hay un huraño, un gay, una linda incomprendida, una punk y otra que ama los vampiros”. Inmediatamente mis amigos, o algunos de ellos, la tacharían de su lista (y dejarían de tenerme como referencia en cuanto recomendaciones)

Lo dicho no es mentira. En el film de Chbosky aparece todo lo que menciono, pero en sí no se trata de ese tipo de historias que ya vimos hasta el hartazgo. No es una comedia romántica adolescente a pesar que enunciada de esa manera sí lo parezca. Dejemos de lado por un momento los prejuicios y crean en estas líneas.

La historia está basada en la novela homónima del mismo tipo que la dirige. Y Cuenta la historia de Charlie (Logan Lerman) un joven que está por entrar a la secundaria y que debido a su forma de ser poco sociable sólo espera un sin fin de sufrimientos y penurias. Por lo menos esto pensaba hasta conocer a los hermanastros Patrick (Ezra Millar. El niño psicópata de‘We Need To Talk About Kevin’) y Sam con la siempre hermosa Emma Watson. Este grupo, con algún que otro integrante más, serán los marginados, los excluidos pero que igual logran divertirse organizando sus fiestas, sus shows, leyendo o escuchando bandas de rock alternativo.      

Estoy seguro que el film emociona en general, pero toca, en particular, algunas fibras sensibles si tu adolescencia transcurrió durante la década del 90, periodo en el que sucede la historia. Es imposible no crear empatía y sentirse identificado con ese joven que para expresar su silenciado amor graba directamente de la radio un casete con temas que le gustan a ella; o cuando discuten sobre la música de The Smiths, Nick Drake o escuchan en el pasacasete del auto “Heroes” de David Bowie. (Más que excelente escena. Para verla una y mil veces).

Todo esto junto a un relato muy bien contado (hay reflexiones de Charlie que pegan bastante duro) y a destacables actuaciones en general, hacen que los tópicos del genero se desvanezcan y logren una joyita muy disfrutable.


Por Matías Comicciolli.    

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