sábado, 15 de enero de 2011

Volver al futuro. Grandes recuerdos.



Es posible que sea una de las boludeces más grandes de la vida. -¿Ir a ver una película que ya la viste incansables cantidad de veces por la tele y que inclusive la tenés en dvd?- Sí, es una boludéz. Pero también es la mejor y más grande de las boludeces que he hecho en mi vida.

Y en ese momento entendí varias cosas…

Posiblemente es el film que más influenció a una generación (visto el cine repleto de sujetos de ambos sexos, que promediaban desde los 25 a los 35 años, así lo deduje) y uno no logra olvidárselo con facilidad.

Ver “Volver al futuro”, después de aproximadamente dos décadas, me hizo comprender las marcas que puede dejar el cine en un pibe de 9 años. Porque estoy seguro que esto que escribo se repitió infinidad de veces en las cabezas y en las casas de miles de pendejos.

Claro, obviamente que quería una patineta, (skate) no para andar por la cuadra, sino para agarrarme de la parte de atrás de los autos para ir a mil, frenar, y hacer chispitas. Ejercicio que fue prudentemente censurado por advertencias paternas del estilo: -Vas terminar con todos los huesos rotos y no te pienso llevar al hospital-

Salir corriendo a pedir mi primer par de zapatillas, porque hasta ese momento las elegía mi viaja: -Mamá, quiero unas All Star negras!!!- zapatillas que más adelante se tatuaron a mis pies, en inmediata relación al look Ramones. Porque quien no tuvo unas All Star negras???

Porque en ese momento enamorar a una dama era una tarea y una actividad que escapaba a las posibilidades de cualquiera, pero claro, Marty dabas las claves: o te cagabas a trompadas con alguno o te ponías a tocar la guitarra.

Mis capacidades pugilísticas eran nulas y escasas, por lo tanto elegí la segunda de las opciones. Y claro, ver volar a una persona después de conectar un amplificador, fue la clave fundamental para que el Rock entrara a mi vida por la puerta grande: -Loco, tocar la guitarra con ese sonido debe ser lo más. Un acorde, sólo un acorde y se rompe todo- seguramente así llegó mi primer guitarra eléctrica, las púas y un amplificador que acoplaba a la mitad de su volumen.

Después el enamoramiento… una pentatónica en La, una arrastradita de un semitóno y el mundo entero a tus pies. Lo aprendí de tanto ver la peli. Y esa guitarra, qué viola es? Si señor ahí estaba… es una Gibson… una Gibson ES335, cruda, poderosa. Quiero revolear el brazo así, como un ventilador, quiero saltar y tirar el amplificador, quiero estirar las cuerdas hasta que el agudo sonido haga reventar los tímpanos de todos. (Más tarde determiné mi amor incondicional por una prima hermana de la ES335, es decir la Les Paul… pero esa es otra historia)

En fin, volver al pasado con “Volver al Futuro” me hizo saber un poco quién era y de dónde venía. Me hizo creer que las cosas no pasan por casualidad, sino que todo forma parte de un destino que armamos nosotros mismos, con influencias que nos llegan de todas partes y que al recordarlas nos hace revivirlas. Forman parte de huellas imborrables que escribimos durante la vida gracias al “poder del amor”, y que vamos dejando en el camino para recogerlas al volver…. “–Caminos? Donde vamos no necesitamos… caminos.”






Por Misil Soviético

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