(tercer corte… si te agarran con ésta te llevan en cana)
Todos los períodos inquisitorios, y no solamente los pretéritos, persiguieron a todo lo que se consideraba como brujería. Y no solamente a las brujas blancas, que administraban remedios y curas, sino también, eran incineradas con mayor contundencia las brujas negras que realizaban maleficios pactando con Belcebú. Las brujas manejaban un saber popular que escapaba al control de los teólogos, médicos y por supuesto del Estado. Lo que estaba, y sigue estando en juego, es el monopolio del uso legítimo de las drogas.
Los estupefacientes se fetichizaron en una mercancía con un sangrante valor económico. Como será que en 1839 China e Inglaterra se declaran la guerra por el monopolio del opio, y en 1856, Francia se suma a su eterno rival ideológico para abastecer a los aproximadamente 150 millones de chinos fumones, de los cuales solo el 10% podían tener una fuerte adicción. Nada de chiste, hasta perdieron Hong Kong bajo el tratado de Nanking y el tratado de Tientsing le permitió a Inglaterra la apertura de 11 puertos más, legalizando así, la importación del opio. Y todo esto sin fumar ninguna pipa.
Vuelvo a la misma pregunta rectora: “…¿qué pildorita nos estamos tragando?.
Como entender el apetito de criminalizar el consumo en un país en donde si te cazan con un faso te meten adentro, y como asistimos hace pocas semanas, corres el riesgo de salir violentamente vejado. Si te agarran con un gramo en el lienzo, es delito, ahora si te lo tomas, no lo es, aunque te mueras por sobredosis. Tenemos 12800 pibes procesados por consumo y ningún narco en cafúa. Los traumas psicofísicos que sufren los detenidos en nuestras cárceles es tremendamente mayor al que seguramente los llevaron a consumir. Mis queridos, las adicciones o el consumo no implican necesariamente relación con el crimen. El artículo 19 de nuestra Constitución dice que “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan a la moral y al orden público están reservadas a Dios y exentas de los magistrados”.
¡Mamá! que lucrativa caja chica tiene la policía con la detención de los perejiles. Qué hermoso negocio legalizado tienen los magistrados enviando a las clínicas privadas los adictos judicializados. Qué de fondos que maneja el Estado discrecionalmente en supuestamente combatir el tráfico, ya que dicen, la cantidad de drogones que tenemos no nos da para entrar dentro de un país de consumo.
No pidamos Ámsterdam, culturalmente estamos a años luz, pero supongamos que en un rapto de conciencia civil y humanitaria extrema, legalizáramos el consumo y tenencia de, las hasta ahora, drogas ilegales. Al ser legales perjudicarían menos al consumidor, ya que no se podrían pedir cantidades de dinero desorbitadas, ni crearía desesperados deambulando por los barrios bajos para pegar unos mogras. Se podría conseguir buena y barata bajo atenta supervisión- vaya a saber de quién-. La prohibición solo enriquece a los grandes narcos, e incrementa la delincuencia mediante el robo o la prostitución. Los adolescentes, el gran nicho de éste mercado, por su propia naturaleza buscan lo prohibido y no lo que está a su alcance. Los ya quemados, bajo un programa serio de salud que los contuviese, podrían rehabilitarse racionando sus dosis y garantizando la esterilización de jeringas. Es claro, él que la pueda pagar, la va a usar prohibida o no, pero ya no habría riesgo de muertes por su clandestinidad.
Celebro fervorosamente el fallo despenalizador de la Corte Suprema del pasado 26, en donde fueron absueltos los cinco rosarinos que quedaron pegados cuando salían de comprar porro en lo de su puntero. Es un comienzo, pero atentos, las leyes argentinas no tienen la figura del precedente, no tenemos jurisprudencia obligatoria, los fallos de la Corte revisten solamente carácter moral, por tanto, los magistrados de otras instancias no tienen la obligación de fallar en ese sentido. Aunque es muy difícil que esto ocurra, les pido por favor, que igual se cuiden.
Sigo con mi deriva. Calamaro sentado en el banco del parque me saluda, está conversando con un snifado Indio y un pelado que está de la cabeza. Una señora se me acerca al oído y me dice, estamos jodidos, esto no tiene vuelta atrás, la locura ya pegó en las madres.
Fuente de inspiración consultada: Revista THC
Los estupefacientes se fetichizaron en una mercancía con un sangrante valor económico. Como será que en 1839 China e Inglaterra se declaran la guerra por el monopolio del opio, y en 1856, Francia se suma a su eterno rival ideológico para abastecer a los aproximadamente 150 millones de chinos fumones, de los cuales solo el 10% podían tener una fuerte adicción. Nada de chiste, hasta perdieron Hong Kong bajo el tratado de Nanking y el tratado de Tientsing le permitió a Inglaterra la apertura de 11 puertos más, legalizando así, la importación del opio. Y todo esto sin fumar ninguna pipa.
Vuelvo a la misma pregunta rectora: “…¿qué pildorita nos estamos tragando?.
Como entender el apetito de criminalizar el consumo en un país en donde si te cazan con un faso te meten adentro, y como asistimos hace pocas semanas, corres el riesgo de salir violentamente vejado. Si te agarran con un gramo en el lienzo, es delito, ahora si te lo tomas, no lo es, aunque te mueras por sobredosis. Tenemos 12800 pibes procesados por consumo y ningún narco en cafúa. Los traumas psicofísicos que sufren los detenidos en nuestras cárceles es tremendamente mayor al que seguramente los llevaron a consumir. Mis queridos, las adicciones o el consumo no implican necesariamente relación con el crimen. El artículo 19 de nuestra Constitución dice que “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan a la moral y al orden público están reservadas a Dios y exentas de los magistrados”.
¡Mamá! que lucrativa caja chica tiene la policía con la detención de los perejiles. Qué hermoso negocio legalizado tienen los magistrados enviando a las clínicas privadas los adictos judicializados. Qué de fondos que maneja el Estado discrecionalmente en supuestamente combatir el tráfico, ya que dicen, la cantidad de drogones que tenemos no nos da para entrar dentro de un país de consumo.
No pidamos Ámsterdam, culturalmente estamos a años luz, pero supongamos que en un rapto de conciencia civil y humanitaria extrema, legalizáramos el consumo y tenencia de, las hasta ahora, drogas ilegales. Al ser legales perjudicarían menos al consumidor, ya que no se podrían pedir cantidades de dinero desorbitadas, ni crearía desesperados deambulando por los barrios bajos para pegar unos mogras. Se podría conseguir buena y barata bajo atenta supervisión- vaya a saber de quién-. La prohibición solo enriquece a los grandes narcos, e incrementa la delincuencia mediante el robo o la prostitución. Los adolescentes, el gran nicho de éste mercado, por su propia naturaleza buscan lo prohibido y no lo que está a su alcance. Los ya quemados, bajo un programa serio de salud que los contuviese, podrían rehabilitarse racionando sus dosis y garantizando la esterilización de jeringas. Es claro, él que la pueda pagar, la va a usar prohibida o no, pero ya no habría riesgo de muertes por su clandestinidad.
Celebro fervorosamente el fallo despenalizador de la Corte Suprema del pasado 26, en donde fueron absueltos los cinco rosarinos que quedaron pegados cuando salían de comprar porro en lo de su puntero. Es un comienzo, pero atentos, las leyes argentinas no tienen la figura del precedente, no tenemos jurisprudencia obligatoria, los fallos de la Corte revisten solamente carácter moral, por tanto, los magistrados de otras instancias no tienen la obligación de fallar en ese sentido. Aunque es muy difícil que esto ocurra, les pido por favor, que igual se cuiden.
Sigo con mi deriva. Calamaro sentado en el banco del parque me saluda, está conversando con un snifado Indio y un pelado que está de la cabeza. Una señora se me acerca al oído y me dice, estamos jodidos, esto no tiene vuelta atrás, la locura ya pegó en las madres.
Fuente de inspiración consultada: Revista THC
Por Madame Butterfly
Divide y reinaras, pero juntos los eliminas mas fácil
ResponderEliminarMuy bueno su articulo Madame Butterfly, de acuerdo, totalmente de acuerdo, no hay polémica, muy didáctico.
No estoy a la altura de su presentación, pero de todas maneras en mi humilde opinión pienso que es un problema complejo que va mas allá de un Arbusto del Jardín de la Alegría.
Hay que reflexionar, son muchos los hilos que forman el ovillo, antes llamado entramado social.
Alguien dijo que la religión es el opio de los pueblos, otro afirmo que en las sociedades primitivas las drogas enmarcadas en un contexto religioso cohesionan, proporcionan explicación, sentido, contención, la sociedad se desarrolla todos son felices y encima se reproducen o viceversa.
Hoy y ahora en esta sociedad que nos toca vivir el Dios es el dinero y la droga genera muchísimo dinero y si esto sigue así en un futuro más que una sociedad cohesionada va a ser monolítica, monolito cuadrado y compacto.
La droga , no la hojita de coca, la florcita del cannabis o la semillita de la amapola, esa que se potencia y se estira con lo que sea para que llegue a mas y mas gente y genere mas y mas dinero, junto con la desnutrición infantil, la narcotización y manipulación de los medios etc. etc., los descerebrados van a ser mayoría, y si, quedate tranquila, también en el medio van a estar los gerontes rebotando como Ali.
Digo esto con mucha suerte, porque de ver tanta ciencia ficción para evadirme, me imagino un único cerebro solo como un hongo alucinógeno flotando en un líquido viscoso alimentándose de la salinidad de sus propias lagrimas.
Siga, siga escribiendo que avivar giles es una tarea faraónica.
Y aguante Misil, si no aguanta pida ayuda
Jack
Sí, sí y juntos están. Avivar giles es faraónico, casi utópico pero es el horizonte del caminante (como decía Galeno o Galeano no sé) y la ayuda es siempre bienvenida.
ResponderEliminarGracias por estar Jack.
Misil Soviético.