Sigo
metiéndome en el mundo de las trilogías. Esta vez es el turno de la saga
compuesta por “Los inverteblables”, “Borneo” y “Promesas naturales”. Bien, los dos primeros los conseguí rápido y
sin caminar demasiado. El tercero y último, aún no lo tengo y supongo que su
conquista me llevará a pasar largas tardes de patear y preguntar en viejas
librerías (Buen programa eh!)
Pero el
principio es el principio y “Los
inverteblables” es el que nos compete en este caso. Hablo de una novela
corta ambientada en un mundo atemporal y post apocalíptico. Ojo, no salgan
corriendo que no hablamos de la clásica ciencia ficción. En este caso, estos
detalles funcionan simplemente como entorno y marco de la historia. Es la
herramienta que utiliza Coelho para colgar el relato “fantástico” dentro de un
mundo “real” (o viceversa, ya que también podríamos decir que dentro de un
posible mundo “fantástico” se cuanta una historia “real”)
El texto en
si implica a un lector atento y experimentado, ya que cada oración, cada
palabra y cada frase están colocadas, armadas casi con la obsesión de un
perfeccionista. Cada una de ellas se van encastrando como en un tetris
literario, con una justeza poética que hace de la lectura un verdadero deleite.
Casi inadvertidamente la historia va tomando forma dentro del laberinto,
pongámosle kafkiano, que plantea Oliverio. Dentro de ella encontramos la
desdichada vida de tres seres indefinidos e indeterminados que intentan salir
de su letargo adoptando a una mujer (¿?). Premisa que invita incondicionalmente
a seguir con la lectura.
Luego, todo
se irá desarrollando con una visión única, atravesada por burocracia estatal,
procesos institucionales, identidades alteradas, personajes monstruosos y metamorfosis inadvertidas.
No por nada hablo de laberintos kafkianos!!!
Ahora es el
turno de “Borneo”, la segunda parte.
Veamos de qué se trata.
Por Matías Comicciolli
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