No podemos recomendar esta película sin antes avisar
que es muy triste. No hablo de esa tristeza lacrimosa, donde uno moquea sin
darle demasiado sentido al sentimiento en si, hablo más bien de una historia
triste desde sus cimientos. Por esta misma razón tampoco es una película que se
ande recomendando como para pasar un buen rato o para entretenerse.
El lenguaje con el que se sirve el director es el de
los silencios, la reflexión y la introspección. Todo esto metido en una
historia perfecta por su dramatismo y belleza. Debido a lo cual estaremos muy
equivocados si lo que pretendemos es ver velocidad, largas explicaciones y
tonos exultantes.
Diego Peretti es Eduardo un empleado petrolero que se
enmascara detrás de su trabajo y sobre todo de su rotunda soledad. Vive casi al
limite de la supervivencia y aparentemente no le importa. Esa es su guarida, su
refugio y su protección de algo que aún no sabemos, pero que intuimos. Detrás
de esa imagen Taratuto deja espiar apenas un secreto, un sufrimiento y una
respuesta a los “por qué” que se nos plantean sobre el personaje.
La vida de Eduardo se centra en el trabajo y el lugar
donde sobrevive, hasta que recibe el llamado de un viejo amigo, interpretado
por Alfredo Casero, que lo saca de su burbuja de aislamiento para transportarlo
a un mundo totalmente diferente el cual comenzará a socavar ese sufrimiento
interno que pesa sobre el personaje. Claro que para que eso suceda, la vida de
los personajes tomará un giro que hará reformular los sentimientos afectuosos
de cada uno de ellos.
Además de Peretti, y Casero “La reconstrucción”
cuenta con la excelente actuaciones de Claudia Fontan. También se deben
mencionar los increíbles paisajes del sur argentino que dan un marco más que
adecuado para respaldar la historia.
Con “La reconstrucción”, Juan Taratuto se vuelve a
destacar como director, con la diferencia que deja la comedia para enfocarse
directamente en un drama que emociona a medida que se va armando, mientras
juega con un espectador atrapado en los silencios del relato.
Es muy recomendable para quienes buscan emocionarse
con buen cine y ponerse a distancia de un tradicional entretenimiento
pochoclero.
Por Matías Comicciolli.
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