jueves, 17 de febrero de 2011

"EL LOBO-HOMBRE" de Boris Vian.

No recuerdo, pero creo que era Hemingwey quien decía que un cuento es como un iceberg, al cual sólo se le ve un porcentaje muy pequeño de lo que realmente es.

Bien, eso es más o menos lo que recordé al leer “El lobo-hombre” de Boris Vian. Mi amigo Nicanor me lo trajo una etílica noche de viernes, con las ganas inconfundible a que me pierda incondicionalmente en su lectura. Yo sin perder pisada a sus deseos y con el hambre de todo aquel al que le cae de imprevisto un autor multifacético como lo es el bueno de Boris, comencé esa misma noche a recorrer sus páginas.

Como en casi todo, hay algunos relatos que sobresalen del resto, pero es indiscutible que todos se caracterizan por poseer una originalidad extrema en su desarrollo. Uno ve esos personajes, siente hasta las situaciones más alocadas y se conmueve con el trasfondo que cada texto esconde por debajo de sus aguas.

Vian es un gran observador y a la vez un genio inventor de su propia escritura. Los destellos de soledad y violencia, salpican venturosos las historias que se cuentan, mientras los personajes transitan por caminos de nihilismo y desesperanza. El descreimiento en la humanidad muestra que B. Vian era un fiel hijo de su época, el cual a pesar del humor y la ironía, no deja de criticar a toda una sociedad en un mundo de posguerra.

Como siempre es un placer disfrutarlo, en este caso a través de “El lobo-hombre”.





Por Misil Soviético

1 comentario:

  1. Me alegra mucho Misil que vuestros espacios hayan coincidido en arrancar el 2011 con algo de Boris V.
    Este francés es sumamente inquietante y que increíoble no, porque es sugestívamente desconocido para la mass media.

    ResponderEliminar