viernes, 25 de diciembre de 2009

El tamaño no importa.

El tamaño no importa. Me dijeron… o lo inventé. Lo creí, al comienzo hasta que los tuve en mis manos. Es mejor brindar con la calidad que sacar la lengua al tamaño.

La idea es tirarse de espaldas, calcular el mes del año, descorchar la salud que siempre va y nunca viene.

Por eso la cruz de este mes esta formada por una trinidad. Trinidad que se fuga por la tangente del misterio, el policial, el suspenso, la intriga, la duda, el realismo, el naufragio, lo sórdido y lo insoportable. Y cada daga de esta tríada se cambia por semana. Por que lo bueno dura poco y como dice el maestro “No me molesta lo extenso, sino que me repugna lo extendido”. Aca no hay ni una ni otra. Las tres novelas de este mes no asfixian con su tamaño. Se llevan en el bolsillo como un augurio inmejorable y se leen en el viaje aprobando el control de calidad.

Hasta se calcula lo incalculable, porque no hay nada mejor que comenzar una novela un lunes y terminarla en el viaje de vuelta el viernes santo.

Las gracias: a la colección de Anagrama que sale cada 15 días con Página12 a escasos $9.

De los cinco que ya salieron recomendamos (habiendo hecho previamente el cateo correspondiente de cada obra) “La habitación cerrada” de Paul Auster. Esta es la tercera novela que conforma la “Trilogía de Nueva York”. El segundo título es “La presa” (premiada como mejor novela corta) del japonés Kenzaburo Oé y “Prisión perpetua” de Ricardo Piglia, un entrelazado de relatos de intrigas y crímenes.

Tres libros, tres novelas, tres condenas con punto final en la última página y a esperar el próximo.


Por Misil Soviético

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