domingo, 16 de agosto de 2009

El que juega gana.




Camarada Misil -cada día menos soviético- veo que también tenías un petardista guardado en el placar. Pero éste no es un modelo para armar, sino, para desarmar. Y hacia eso se encaminaran mis líneas.
Luego de leer la sección de “Win Derecho”, los colores de mis hermosas alas se han desteñido, y no precisamente su predominante azul con vivos de oro, sino que todo mi arco iris cambió. Lamentablemente, viró hacia un gris triste. Como entenderás, por mi condición de Madame, me abstendré de calzarme los cortos y criticar como un sudoroso centro has , sino que lo haré desde la sensibilidad de género y la conciencia social que creo merece este dilema existencial del futbol hoy en día.
La referencia Marxista esgrimida por el Win al “opio de los pueblos”, que es una analogía muy acertada por cierto, fue pensada allá por mediados del siglo XIX en relación a esa gran máquina de humo: la religión; y si entendemos al futbol como tal, entenderemos la preocupación de los Estados Nación en invertir varios millones en ésta eficaz anestesia social.
El fútbol no solamente ópia, sino que hastía, adormece, lobotomiza y crea una agenda poderosa de repetición infinita. Y no solamente durante los dominicales encuentros. La gran pelota nacional se desgaja de a poco, en sutiles dosis mediáticas, para ser rearmada nuevamente cada fin de semana -pero sin engrasar sus hilos-.
La pelota sí se mancha, y hasta varias veces con sangre. Todo por un color nos reclama Luis Alberto desde su “Bengala perdida” en alusión a aquel inocente hincha, causalmente llamado Basile, que por el simple mérito de estar enfundado con colores académicos; recibió ese asesino misil en el medio de su cuello, arrojado por un salvaje hombre de Cromañón vestido de azul y oro. Visionaria metáfora la de Luis Alberto.
El futbol dejó de ser un juego para pasar a ser ni siquiera un deporte, sino, se ha convertido en un gran negocio. Un circo romano predecible y cooptado por intereses cada vez mas millonarios. ¿Dónde queda la pasión en esto?, ¿Cómo emocionarse ante semejante reality show?. ¿Qué pueden importar las nobeles declaraciones de un Ortega, de un Riquelme o de un Niembro parapetados como en una “tribuna de doctrina”?.
El futbol hoy es simplemente televisión -y su sinergia asociada-. La emisión de un flujo somnífero y continuo que nos pone en una actitud pasiva frente a un imaginario social construido con ingredientes maniqueos de miedo e inseguridad. Es necesario coincidir con Eco que dividió en dos etapas la historia de la caja boba: la arqueo televisión -la televisión podio- que quienes accedieran a ella debían ser personalidades de renombre, probos, referentes sociales o intelectuales. Y luego vino esta nueva, la neo-televisión, una televisión espejo que intenta reflejar al sujeto común tal cual es. Donde, sin ningún mérito particular, solo con ser natural, estar vestido sin especial cuidado y expresarse con el lenguaje de la calle, se construye el héroe fugaz de algún programa popular.
El juego por el “sanguche y la coca” tal vez hoy sea resignificado como cosa de niños. O
quizás, debido a nuestra construcción moral, occidental y cristiana que pone la virtud en el trabajo, el esfuerzo y en el valor redentor del sufrimiento; el juego, que procede de la palabra latina “jocum” –broma o burla-, se haya binomizado en relación al trabajo, colocándolo en potreros diferentes. El carácter lúdico pierde su parentesco con la haraganería, el no hacer y el hacer inútil; abandona su condición de perdedero de tiempo porque ya no se relaciona con perder sino con ganar: jugando se ganan años, experiencia, futuro, votos, y como estamos comprobando, muchísimo dinero. Bajo la consigna “el que juega gana”, el juego es asimilado al sistema. En nuestra cultura lo importante es el hacer, la competencia. El no hacer, el ocio creador –otium- de otros tiempos, está dejado de lado. Pensemos que negocio proviene de nego + otium: negar el ocio. Y hasta eso nos ha quitado el negocio, nuestro ocio creativo, el gran merito de ganar en el último minuto con un tiro de puntín.
Espero brindar en algún asado a la salud de aquellos wines, tanto izquierdos como derechos, que no se hinquen de rodillas en el barro del área a rezar para que la doña TV les devuelva la bocha, y esta vez, no la pinche.



Por Madame Butterfly





4 comentarios:

  1. Agradezco estas palabras producto de su sensibilidad de género y conciencia social.
    Pero algunas cuestiones quiero que veamos:
    - Hablar de fútbol como herramienta de sometimiento de las masas, no es nada nuevo, "Pan y Circo" se solía decir allá lejos y hace tiempo. En lo que nos compete saquemos el Pan.
    - Que el fútbol es un negocio, por supuesto que lo es, y un negocio de lo màs vil, tampoco es nada nuevo.
    - Que el fútbol, es sólo televisión, esto es quizás más discutible, pero no viene al tema.
    - Que el fútbol genera violencia, odio y desprecio por el otro. Yo me pregunto ¿qué dentro de una sociedad, producto de un sistema que genera competencia, odio y desprecio no genera competencia, odio y desprecio? A ver, seguimos por el mismo camino.
    - Probemos, querida Madame Buterffly , empilchamos diferentes ítems bajo el manto de la moral occidental y cristiana, tu sabia critica podría reformularse a cualquier tema, sólo habría que cambiarle "Fútbol" por lo que usted elija...Si quiere pregúntele a un tal Foucault que algo escribió sobre el tema.
    - Pero quizás. Madame Buterffly, su sensibilidad de género, producto de una sociedad machista, moral y cristiana, no le enseño que el fútbol también es otra cosa que nada tiene que ver con el negocio, el poder y la televisión y si tiene que ver con otras cosas tal vez insignificantes para una visión comprometida como la suya, cuando un soberbio servidor trata de escribir sobre fútbol las obvia, mal que le pese a todos los que por formación o deformación nos quieran enseñar sobre estas cuestiones.

    Abrazo de gol, de un win derecho al que siempre le gustó jugar por la izquierda.

    P.d. Me encantan sus columnas, la sigo desde siempre, gracias por quitarnos el velo de los ojos.

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  2. Se esta poniendo bueno. Gracias a ambos por tanta magia y tanto talento

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  3. Fútbol siglo XXI

    Adoro el fútbol. En mi genera toda la pasión inevitable por “ese color”. Por los trapos. El fútbol es y seguirá siendo para mí un deporte pleno de emoción. Casi en igual nivel va el tenis.
    Pero con el fútbol me sucede algo en particular. En la actualidad está pasando, en lo personal, por un momento de enorme desinterés producto de los “arreglos” y arbitrajes sugestivamente extraños que derivan siempre en la misma línea. Siempre favorecen a los mismos y aseguran que determinados clubes no desciendan o que otras instituciones no “molesten” a algún privilegiado en su negociado camino al campeonato.
    Con estos elementos, desde mi modesto punto de vista, y contenido de pasión al margen, el fútbol debería terminar (o seguir el camino) de los partidos políticos en esta deficiente democracia. Sería justo y hasta un signo de desarrollo intelectual de los individuos, que la pasión por esos colores o esos trapos terminen siendo ámbito de debate solo para un minúsculo grupo que por un choripán te siguen en todos los actos y alientan de espaldas a las palabras. Surgen todos los días propias de la amnesia que habla Madame Buterfly, una discusión -no en términos ingleses, de individuos mediocres (y se vive en todo ámbito oficina todos los lunes) si tal o cual equipo fue beneficiado-perjudicado y por qué. Fatalmente privativo de mediocres. Equívoco a todas luces. Esta penosa bruma de pensamiento es una mirada mas para este audiovisual de lo peor de nuestra representación. Mientras tanto... los Notables tienen la tarea cumplida

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  4. Querido Endo, un gusto enorme volver a compartir un espacio de reflexión con vos. Se te extrañaba y mucho.
    Win, ahora izquierdo, tus redentoras palabras me alientan a un fructífero intercambio de ideas. Espero ansiosa tus próximas líneas.
    Barbado Misil, gracias por la oportunidad de apertura creativa que tu blog nos permite. En algo parecido a tus términos: Gracias por nada, perdón por tan poco.

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