jueves, 18 de junio de 2009

Un segundo.
Un segundo que a la orden del día puede significar muchas cosas. Entre ellas, la fragmentación desinteresada y arbitraria del tiempo. Del cronos vacío que llega a raudales hasta un punto determinado y determinante, para convertirse de forma inmediata, en una histérica historia pretérita y un poco menos que pluscuanperfecta.
Ni más ni menos que un segundo, que no es poca cosa. Y enmarco la frase anterior reivindicando a todo lo que conlleva como rotulo indeleble la postura hidálguica de segundo (que viniendo al caso (y disculpando el gerundio) no se trata de segundones. Porque en definitiva el segundo es el que acredita la existencia táctica y tacita de un primero, ala vez que, sumado a las distintas partes del todo, logra la unidad del minuto. Y así llegamos a tener dos segundos importantísimos a la “hora” (que sin el segundo no sería nada) de la comparación con un sólo primero.
Decíamos… sobre la importancia del segundo, y viene irremediablemente a la memoria aquella lejana selección del 90, que logró poner los pelos de punta al más mentado con aquellas instancias lúdicas resueltas por un segundo arquero y las lágrimas con camiseta suplente (que a la vez podría calificarse como camiseta segunda) Sean eternos los laureles… hijos de puta!!! Gracias Diego.
Porque en definitiva, los segundos son también, en cierto sentido, gente que vive opacada por la sombra de los primeros. Seguramente, George Harrison sería aún mejor guitarrista, si no tuviese por encima a dos monstruos como son John y Paul.
Y para hablar de literatura no se puede escapar de la comparación, con el permiso de cierta izquierda vernácula y proclamar que Sábato, en el caso que no existiera o existiese Borges, sería, o estaría considerado mejor escritor de lo que es (¿O escribidor?)
Resumiendo. El motivo de tanto palabrerío, y dejando (perdón por el gerundio) por un rato los zapatos de goma a los pies de la cama, es que esto que usted tiene ante sus ojos es un segundo. Un segundo que, como excepción que da validez a la regla, no tiene ni por asomo un primero que le haga sombra.

Este es el lugar de los segundos, de los subcampeones y de los que siempre se sintieron a la sombra de otros. Ojalá se disfrute.

No hay comentarios:

Publicar un comentario