jueves, 18 de junio de 2009

La misma procesión


El tipo se dispone, como siempre, a enfrentar la situación con valentía y vitalidad. No se duerme mientras el sol baja, sino todo lo contrario. Ya conoce. Ya sabe el final. No le importa demasiado. En la calle de sus deseos, está rezando porque algo cambie. Algo, una minúscula parte del algo, del todo. Que el presagio traiga los resplandores necesarios y así seguir adelante.
Pero no. El resultado es siempre el mismo. No importó ni la tarde, ni el pasado en que se tatuó los colores con el cuatro en la espalda y se dispuso a chivar la camiseta.
La ironía y el desencanto se apoderan de él al escuchar.
-Bueno “chicos”, hoy como es la primera clase, nos vamos a ir conociendo. Díganme su nombre, en qué parte de la carrera están y qué es lo que pretenden de la materia.
Con esta entrega monocorde de espíritu académico, ¿Alguien me puede explicar la razón sustancial de la antedicha proclama? Yo puedo entender la necesidad de romper con el estrato con el que se viste todo lo nuevo. Pero es necesario hacer algo tan raro para gente normal. La idea no sería pensar un poco (tema en el que voy a recaer más tarde) La situación se hace tan común, que se tatúa ya como una necesidad sine qua non de el comienzo de clases.
Si en este metro cuadrado, que es la Universidad, ya todos sabemos la poca impronta que se le da al conocimiento individual de los sujetos. Además de caer en la reflexión de que el nombre significará un conocimiento de quien lo posea.
Pero mucha más gracia me dan las otras dos preguntas: ¿En qué parte de la carrera están? Y ¿Qué pretenden de la materia, o por qué la eligieron?
Lo más gracioso es ver como el docente hace que escribe los datos en un cuaderno, pequeño, anillado, con letra desprolija, como si luego de la remunerada labor retornara a su hogar y frente al cuaderno volviera a releer las anotaciones y pudiera sacar el perfil psicológico del grupo que le tocó en gracia ese cuatrimestre.
Muchachos, si los programas ya están designados y determinados. ¡¿En que carajo cambia saber si estoy calentando la silla o rompiendome el balero con Adorno y Horkheimer!?
Es como si la idea estuviese instalada. ¿Por qué me anoté? La mejor de todas. Se puede ver la cara de los alumnos tratando de convencer al profesor de otra cosa que no sea “me anoté porque me quedaba bien el horario”. Lo más revolucionario fue escuchar a uno que con un taco en la medialuna del área dijo: “me enamoró el nombre de la materia” ¡Esos son huevos carajo! Nada de dimes y diretes, nada de elocuencia sin sabor, nada de imagen importante. “Me anote porque no sabía que cuernos hacer” significaba aquella frase, al mismo tiempo que inundaba de luz los alabastros pensamientos estudiantiles.
Una vez que nos despertamos y nos subimos al rayo (o este se nos sube a nosotros) vemos que las cosas continúan sin ternuras ni dulzuras.
Me gustaría encontrar a los pedagogos de la educación. Me canso y me levanto de escuchar que la Universidad es una fábrica de ideas, en donde se cultiva el intelecto, la subjetividad y la visión critica. Sí, claro. Por eso un porcentaje altamente estimativo de docentes tiene la hermosa y melodramática manía de juntarnos en grupo a hacer actividades durante la clase. ¡Viejo, porqué no se ponen las pilas y dan clases! Para juntarme con seis vagos a resolver cuestionarios me quedo en casa y que me pasen las preguntas por mail.
Es que no se dan cuanta que todo está muy rápido aca. Bondi, subte, trabajo, 8 horas (y una chica en el cielo todo el tiempo) salir, fichar, fichar, salir, bondi de vuelta, tren, UNQ (y sin aladelta) y en ese momento tratar de poner de acuerdo a media docena de cerebros quemados, para encontrar y responder la diferencia entre comunicador social y periodista.
Amigo, tíreme la posta usted que yo después veo. Uso esta fábrica de ideas para cultivar mi subjetividad y así alcanzar un espíritu critico que no me haga comer cualquiera. Pero terminésmola con el “equivocate así aprendés” Si todos a esta altura sabemos que de las equivocaciones no se aprende (recuerden las últimas selecciones que jugaron el la altura) y si no, prendan la tele y dispónganse, como siempre, a enfrentar la situación con valentía y vitalidad. No se duerman mientras el sol baja, sino todo lo contrario…

El Zarathustra cimarrón y vernáculo.

1 comentario:

  1. De modo maniqueo, los santos y los demonios, siempre juegan su presencia.
    Hoy me toca estar, susurrando, casi de modo retórico, consejos del lado derecho de tu hombro, del lado bueno –como si ese lado realmente existiera-, como a la derecha de algún Dios padre que logre una definitiva entidad.
    Amigo misil, tú que fuiste en un momento un joven padawan, licénciame otra vez para acercarte una reflexión: logro intuir detrás de tus líneas la creencia que, la Facultad, o mejor dicho algunos cuadros docentes de la misma, no te facultan demasiado. No te facultan conocimientos. No te facultan acreditaciones y no te permiten acceder a saberes que te conviertan en un mejor sujeto.
    Error.
    O en mejores términos, una inadecuada posición.
    Te convertiras, quieras o no, en un mejor sujeto. Aunque sí en un sujeto sujetado a las reglas que el conocimiento y la convivencia social te imponen. Devendrá en ti, un sujeto que logre sentirse responsable, y no culpable, por haber aprehendido esos saberes que duelen y atormentan. Un sujeto que entienda y decodifique los sentidos que circulan y se construyen –o deconstruyen- socialmente, por que como sabrás, para el imaginario colectivo, siempre eso será solo sentido común. Un sujeto con las capacidades para desmontar el sentido común y ponerlo en relación con un cúmulo de información. Esto mi amigo, nos convierte de vulnerables objetos culturales, dúctiles y maleables; en sujetos que cotidianamente toman buenas y mejores decisiones, para con uno mismo, su entorno íntimo y su comunidad.
    Veo que te encontrás un tanto escindido, o mejor dicho dividido (en función de todas tus citas a la gente normal que viaja muy rápido tanto acá como allá, por estar subidos a un ala delta o un rayo -aunque es de Luis Alberto- creo que estabas escuchando desde adentro de otro placard). Noto el devenir lógico entre estar y no estar, seguir o no seguir, pertenecer o no pertenecer.
    Un tatuaje con un número bajo, y no aquel que te hacía salvar de la colimba sino puesto en pura jerga, un bochazo, no debería dilapidar un gran esfuerzo hecho.
    Hermano Misil, el camino es tuyo y lo harás al transitar, esperando poder acompañarte durante el trayecto.
    Celebro que nuestro otrora Zarathustra Cimarrón y Vernáculo se halla levantado de su largo letargo y haya despegado su culo de ese sillón en donde estaba cómodamente adormecido, para convertirse hoy, en pura potencia productora de contenidos.
    Salud Misil.
    Tu siempre camarada, Madame Butterfly

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