viernes, 2 de julio de 2010

UNA MUECA DE AGRADECIMIENTO


No transpiré una gota. Tampoco se fundió una lágrima para gusto de los demás. El día comenzó como cualquier otro y la radio sonó para mi sólo.

Un cumpleaños que se repetía como se viene repitiendo a lo largo de 29 años. ¿Y que esperan de mi? Me fui a lavar los dientes y las encías me sangraron como cualquier otra mañana, el café se enfrió de la misma manera y el diario (que siempre olvida los cumpleaños) escupió noticias aburridas y reiteradas.

¿Qué mejor que quedarse sólo para no esperar nada de nadie? Diagramé el día en cuadrículas de actividades, sabiendo de antemano que justo ese día no habría fútbol.

La novela que tengo por la mitad, ya se volvió aburrida como casi todo lo que llega a su estado medio de consumición. Lo peor, que fue una recomendación académica. Como si los profesores que recomiendan libros no equivoquen su intelectualidad ofreciendo basura para leer.

Elegí el camino más corto y fui a comprar unas cervezas. Sabía que podían estar ahí, cuando el momento de evadirse fuese intolerable. Decidí caminar por la calle, ya que el chango que llevaba podía destartalarse totalmente al intentar atravesar las veredas de mi barrio. La vuelta fue mucho peor.

Me descalcé y seleccioné un par de actividades para matar el tiempo. Porque eso es lo que hago cuando no encuentro rival de mi talla. Mato el tiempo porque se deja, y no me pide nada a cambio. Él siempre espera, es un rival fácil a sabiendas que tarde o temprano te gana la espalda y ejecuta su final. Por eso lo mato en la misma proporción que a mis neuronas.

La película fue una porquería. Últimamente no encuentro nada para disfrutar en la pantalla. Las escenas se repiten en todos los géneros y son tan predecibles que uno puede ir a abrirse otra cerveza, sin tener la necesidad de poner pausa. Ya medio borracho me acerque a la biblioteca, para no ensartarme con algún otro bodrio, fui a lo seguro: Bukowski fue la elección.

Eso fue bastante completo, a pesar que en un momento debí poner algo de música para acompañar la lectura. Nada de aristocracia clásica, ni de burguesas improvisaciones de jazz; “EL lado oscuro de la luna”. Sonó tres pasadas consecutivas, y me levante tres veces a servirme más cerveza.

Más tarde improvise una lectura rápida de algunas conferencias de Freud sobre sexualidad infantil, lo que me produjo ciertas perturbaciones que fustigué en cuanto tuve la oportunidad.

Una ida al baño me hizo notar el estado de ebriedad en el que me encontraba. Volví a probar con el cine, encontrándome esta vez con un drama maternal que me dio mucha risa. Otra meada y el retorno al sillón se tradujo insoportable.

La hora de la cena se aproximó como si nada hubiese hacho. Comenzaron las felicitaciones y los deseos de felicidad que uno nunca pide. Para ser feliz un solo día en el año, prefiero nada. Al final una mueca de agradecimiento y la añoranza de querer volver a Bukowsky, Freud y al lado oscuro de la luna…


Por Misil Soviético

2 comentarios:

  1. Menos mal que no tuve tiempo de saludarte, pensar que yo te conocí antes de que leyeras a Bukowski, eso que le advertí a Alejandro que no te lo recomendara, pero ya era tarde, igual algún reventado te lo iba a sugerir, digo reventado en el mejor sentido, vos me entendes.
    Como creciste!!! , yo te lo dije, ojo que cuanto mas se te abra la cabeza mas solo te vas a sentir, la mediocridad tiene su beneficios, uno elige, vos elegiste bien, yo se que vos sabes tirar del hilo y bajar un cacho para descomprimir. No te voy a desear feliz cumpleaños, te deseo una buena vida usando lo mejor de todas la vidas posibles, una vida exclusiva para vos, que te haga feliz a vos y a los que te rodean.
    Noemi

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  2. Muchas gracias, sobretodo por no desear que sea feliz sólo en el día de mi cumpleaños. Igual yo no sé si se me abrío la cabeza o directamente se me rompió.
    Un abrazo grande.

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