viernes, 26 de marzo de 2010

Las migas de la semana II


Lo difícil que se hace seguir escribiendo. Bailando, cantando, como tratando de salir de algo, de una emoción. Como una corriente que nos confunde pero que a la vez nos hace seguir adelante.

No pasan demasiadas cosas. Unas pocas noticias cayendo del cielo, como sin frenos y los recuerdos que se van haciendo cada vez más íntimos, más sujetos a nosotros mismos y terminan descansando, aferrados, a nuestros corazones.

Lo peor es seguir perdiendo, como una manía que ya se hace costumbre y la victoria que empieza a convertirse en un sentimiento lejano que se escurre por nuestras manos y entonces lo único que hago es pedir a una fuerza en la que no creo, que cambie las cosas a un color un poco más azul.

El barco está sin timón ni capitán y la sensación sigue siendo la de perder. Perder elecciones, perder espacio, perder la promoción, perder el súper clásico, perder a la ministro. Y aca yo, que sigo perdiendo el tiempo con mentiras que ya dudo si las creo. No es bueno ni es malo, pero es furia y es rencor. Rencor a la gorra de la Metropolitana, rencor a los socios sucesores de Palacios, desagrado a Ciro que es James, desprecio a Mauricio que es Macri y fe, sobre todo fe, en el Caín que caiga contra el Posse de Abel.

Pero mientras tanto sigo esperando y sigo perdiendo. Pierdo que se ponga en marcha la ley de Medios, mientras en las provincias siguen hablando pavadas (son como seis, son como diez)

Como quien no quiere la cosa, gano un Juez destituido, pero enseguida me lo emparda un avance opositor basando sus fundamentos en Tribunales. Y llega la noche y las hojas del diario no se terminan de secar, mientras me quedo quieto viendo como un colombiano pretende aplaudir la función de una presidencia arrebatada a la derecha por otra derecha.

Gano memoria para el 24 de Marzo, pero me acuerdo que me hicieron perder a Conti y Walsh (las pelota los perdí… los tengo arriba del escritorio)

Reúno un par de reflexiones, barajo opiniones de todos lados: un oscar para el cine, un diez que juega para otros, un D10S en el banco. Barro para beber, una mano en contra, 33 al mazo, un sol que no seca un soplo en el bobo, la traición del alma y una vida que quiere silbar en la vereda. Pero algún día ese sol tiene que salir y por lo menos queda la esperanza.

La esperanza de dejar de perder, la esperanza de volver a abrazar a ese que no conozco, pero que tiene mi misma camiseta, la esperanza, al fin, de que en un junio con cielo despejado quede un eco de un gol en la calle.

Por Misil Soviético

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