jueves, 18 de febrero de 2010

Dos de contrabando.

Dos caras de una moneda, y la resolución de que no me pude aguantar y me escapé por una tangente sin retorno al punto de partida.

Solapados, de contrabando, casi victimas ilegales de la conciencia colectiva de una prohibición para el tiempo libre. Le estrategia fue camuflarlos detrás de una novela de Paul Auster (Brooklyn Follies). Y así fue como llegaron a destino mis dos libros para vacacionar.

El tema del por qué tanto misterio, es que las vacaciones están socialmente designadas para organizar el tiempo libre en hacer cosas que no se pueden realizar durante el resto del año. Es escuchar y sentir esa voz melodramática que te dice:

-Andá, desenchufate, olvidate de todo-

El problema recae sustancialmente en que quienes dicen dicha incongruencia escasas horas antes de poner el culo en el micro, son los mismos que estuvieron el resto del año laborable-académico, tratando de hacerte creer en responsabilidades vacuas, obligaciones menudas y deberes desnutridos.

De TODO no me pienso olvidar manga de sotretas!!! Estos pelafustanes de escritorio y sin cabello se creen que lo que uno hace durante el año queda sometido a las cuatro paredes grises en donde le inventaron un status por encima del nuestro.

NO, papá! Al que no quiero ver por quince días es a vos… hay otros cosas (vicios) que no los quiero (puedo) dejar.

Y fue en ese momento cuando me colé en la valija “Desde este mundo. Antología periodística 1968-1995” de Miguel Briante y “El violento oficio de escribir. Obra periodística (1953-1977)” de Rodolfo Walsh.

Qué decir ahora…

Dos estilos diferentes, dos formas distintas y una sola visión enmarcada dentro de la crónica periodística. Más que oficios, son dos formas de vivir una realidad que se nutre de subjetividad y carácter literario.

Palabras, un tema elegido y la simple descripción de hachos que entran por los ojos atentos y precisos del cronista y dan forma, conmueven dentro del lector.

Tal ves lo que más mueve a sus lecturas sea la manera en que cada afirmación es sustentada, investigada y abalada por el puño que la escribe.

Así, se pueden leer y disfrutar al máximo las crónicas “Nguillatun o Kamaruco. Viaje al país de las sombras”, “Las noticias de los que esperan noticias” o “Las naves del olvido” de Briante; mientras que en Walsh tenemos como simples ejemplos “El hombre de guardapolvo gris. Villa Soldati se subleva.”, “Carnaval caté” y “Kimonos en la tierra roja.”

Este grupo de crónicas de Walsh y Briante, son sólo un ejemplo de la inteligencia y la prolijidad de un sentido común que poco se comparte actualmente.

Cada palabra, acción o situación es un viaje a lo narrado, es una experiencia compartida por y para la literatura.

Por eso opino que estos dos libros son el mejor contrabando para unas vacaciones sin desconectarse demasiado con lo que realmente importa.

Algo más. Para leer una crónica detrás de la otra y sentir de lo que hablo:

“Visite Plasmasola ya mismo” de Briante y “Carnaval caté” de Walsh.


Por Misil Sovietico.

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