martes, 5 de enero de 2010

JINETE DE ENERO.

La escena es la metáfora de un silbido. Nadie, y la soledad que acompaña con bocinazos lejanos. Las calles transitan como un fluir incontinente. Dónde está la verdad, dónde quedó el golpe, el aglomeramiento, la anarquía y el desorden. Cada cuadra es un destierro de algo que no viví y mi historia una deuda verdadera. Igualmente aca sigo, encumbrado delante de la PC, como un jinete fantasma en el cielo después de recorrer la pradera.

El sol cae a plomo y el mediodía desvanece a las mentes más lúcidas, el silencio es todo lo que se puede escuchar, la biblioteca cerró igual que el bar de al lado por tiempo indeterminado.

Ya no queda nadie y las noticias salpican continuidades sin efervescencias (como las 24 hs de OTRO velorio) El matutino se esfuerza por emocionar con una carrera que también es solitaria, e incorpora suplementos y suplementos con el epíteto de “verano” (como si uno sólo en verano se interesaría por esos suplementos… y entre paréntesis sí, sólo en verano se puede leer tanta porquería)

Reconozco que así es el juego, mientras se me derriten las zapatillas al cruzar la 9 de Julio. Es cuando caigo en la cuenta que la soledad no es una amenaza, sino todo lo contrario. La ruina circular cumple su ciclo y a este enero le seguirán otras versiones, iguales o peores y la lógica no alcanza para solucionar la encrucijada.

A pesar de todo, algunos detalles continúan, como los vendedores ambulantes, los motoqueros y los dos hombrecitos del semáforo, que se alternan para seguir quedando solos, como uno mismo en enero cruzando la 9 de Julio mientras espera que un jinete motorizado lo llame por su nombre y le diga:

"Si quieres salvar tu alma del infierno de cabalgar en nuestra pradera
entonces, vaquero, cambia tus costumbres, hoy con nosotros cabalgarás
intentando alcanzar a la manada del Diablo a través de esos cielos sin fin"

(Johnny Cash)


Por Misil Soviético

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