Después
de leer algunas otras novelas del autor, puedo decir que este es un libro
diferente, distinto. No estoy en condiciones de decir que sea mejor o peor que
los demás, pero su esencia difiere de lo hasta aca leído.
En
un comienzo no me pareció un texto atractivo. De hecho, en varias oportunidades
estuve a punto de abandonarlo. Las primeras páginas se ven sobrecargadas de
descripciones minuciosas que no llevan a ningún lado, excepto a la mera
representación de detalles.
Antes
que nada advierto que el esfuerzo de continuar con la lectura vale la pena. El
informe que se nos hace sobre los movimientos de un viejo encerrado en una
habitación, nos termina llenando de curiosidad. ¿Quién es este hombre a quien
llamamos Mr. Blanck? ¿Por qué está encerrado? Y sobre todo ¿Por qué “lo vemos”?
Se destacan, como siempre, todos esos personajes que orbitan en torno al
protagonista. En este caso, son todos aquellos que por una razón u otra van
entrando en su vida y van sembrando pistas en cuanto a su pasado y su destino.
Otra
vez se destaca la genialidad de Auster para mantener a un lector fiel al
relato, usando sólo como recurso las 24hs de un anciano encerrado dentro de un
cuarto con un escritorio, una máquina de escribir y algunas fotos. Simplemente
con ese marco de situación, el autor nos lleva por casi 200 páginas de una
historia cargada de condimentos (amor,
desengaño, traición, espionaje, intriga, etc) En definitiva, lo que siempre
encontramos en sus relatos y en sus personajes.
Al
terminar el libro no nos queda más que reflexionar sobre lo que hemos leído. El
escritor hace partícipe, de cierta manera, al un lector que, atento a lo que va
sucediendo, se ve también dentro de la historia. Esa complicidad a la que se llega,
es la que pone la cuota indicada para que “Viajes por el Scriptorium” sea una
novela excepcional.
Aca
va la recomendación: el texto se puede disfrutar y entender perfectamente se
haya, o no, leído a Paul Auster. Pero creo que se gana muchísimo si se tiene
conocimiento de las demás historias y personajes de este genial autor.
Por Matías Comicciolli.