Mientras un ser humano normal se descotillaría de risa frente a la pantalla que le toca vivir todos los días, yo enfermo a cada momento mientras, sin saberlo, voy quedando vacío como una botella los sábados a la noche. Una tempestad de inentendibles consecuencias que figuran en un hoy presente, en el que sólo soy parte como un actor externo frente a mi diario y tasa de café frío.
¿Qué es lo que te pasa? Nada, le conteste cayendo nuevamente en el cuento de lo cotidiano.
Es imposible almacenar tanto conocimiento.
-Debe haber un error- me dijo tratando de levantar mi ánimo. Pero no.
Consumo el desenfreno continuo y constante de las conversaciones femeninas en ocho eternas horas de oficina. Y eso hace que no pueda valdear mi mente por completo.
¿Se puede saber tanto de todo? ¿Por qué subrayar lo próximo a decir con un sin sentido “a ver” o “nada”?
Mientras codifico las trifulcas históricas entre el campo y el gobierno, escucho sobre la cría de perros. Lo que estos animalitos hacen y dejan de hacer. En una competencia para demostrar quien tiene el animal más simpático. Ahí empieza el baile matutino que sigue con el análisis exhaustivo de cómo quedan las joyas de oro con la vestimenta negra. Con el bulin lleno, el debate no tiene freno. En eso, Una dispara sin saber demasiado por qué; el respeto que tiene su hijo frente a no sé que situación. A esto otra le contesta de la belleza femenina frente a la masculina. Cayendo en el lugar común de que la mujer “estéticamente es más linda”. No gracias, a esta altura ya no sé si tienen razón ya que mis ojos se detienen en la figura de los gordos de
-A mi me gusta regalar cultura- dispara sin entender demasiado a que se esta refiriendo
Claro que las penas continúan y como sale un tema entra otro. ¿A que escuela mandar a los chicos? ¿Pública o privada? Aca se despliega un abanico multicolor de temas socioculturales, morales, éticos y hasta me animaría a decir estéticos. Con chapa de psicopedagogas hablan del tipo de gente que se divide entre lo estatal y lo privado. A esa altura ya estoy en cuatro punto sobre diez. Me salgo de la vaina, pero no soy tan importante.
¿Medias de lycra ¾ o entera para el invierno? Necesito aire. El infierno se encierra en estas cuatro paredes al alba. De las medias pasamos al pelo. Cielo incondicional en el alma femenina. Detallan cómo lo usa cada una en su casa, para salir, para limpiar, para bañarse, para llevar a los chicos al colegio (ya es la cuarta vez que retoman el tema niños) para la noche, para la tarde ¿Cuántas cosas se le pueden hacer al pobre pelo? Ya que estamos con el tema del hogar, la cocina se hace presente con un tema infartante: el bizcochuelo y cómo debe hacerse y cómo le gusta más a cada una. El tema Berlisconi junto con el del INDEC es una anécdota sin sentido si ustedes supieran las maneras infinitas que hay en la vida, para hacer un bizcochuelo de mierda. Y de las tortas al lavarropas, como de la cama al living. Del secaropas al orden del placar, del desengrasante al desodorante. De la virginidad al planchar y del marido al amante.
Confirmo. El escuchar siempre ha sido y será un problema. Más a esa hora de la mañana con el diario y café frío.