lunes, 30 de junio de 2014

"Cuestiones interiores" de Mempo Giardinelli

Seguimos con las novelas cortas, de esas que se leen de un tirón. En una noche insómnica, en un viaje largo o en un día laboral.
Esta vez “Cuestiones interiores”, otra de Mempo Giardinelli. Cortita y al pie, 80 páginas de una vorágine literaria que asombra. Un ritmo vertiginoso que más que seguir la historia, nos hace atropellar con un continuo devenir de la conciencia de su protagonista, Juan. La historia comienza con que Juan esta orinando en un baño público. En el párrafo siguiente ese mismo Juan golpea hasta matar a quien se encuentra meando a su lado. La explicación? Las causas del asesinato? Los motivos que llevaron a Juan a cometer tal crimen? El desarrollo continuo y constante del cuerpo de la novela, nos develará todas las incógnitas. O no.

Buena prosa, como ya nos tiene acostumbrados Mempo. Un uso en la puntuación, que bien se podría usar la novela como manual de escritura. Un lenguaje, justo, violento por momentos, humorísticos en otros y ajustado en métrica y volumen, hacen de esta “novelita” un placer para cualquier lector.

Imperdible relato para esas horas en que deseamos disfrutar de algo bueno, inmejorable para combinar con algunas cervezas y alcanzar ese estado de inconciencia que nos puede llevar a cometer el más terrible de los crímenes.  

Por Matías Comicciolli.

“Cosas que los nietos deberían saber” de Mark Everett.



“No salgo mucho de casa. No me gusta estar con la gente,
 me pone nervioso y me hace parecer raro.
 No me gusta ir a conciertos,
 para mí es mejor estar en casa.
 Algunos pensarán que odio a la gente, pero no es exacto”

Eels, ‘Things The Grandchildren Should Know’


Como dice el prologo, este es “el mejor libro de autoayuda, que no intenta ayudar a nadie, pero que lo consigue casi sin proponérselo”. Con estas simples palabras, decidí poner manos a la obra de Everett. Por qué digo obra? Porque antes de ser escritor, el sujeto en cuestión es músico. Y lo mejor que se puede hacer si decidimos leer “Cosas que los nietos…” es descargar toda la discografía de “Eels” (banda que lo tiene como líder)

No digo que sea indispensable, ni algo fundamental, pero la música que hace es excelente y creo que va muy bien de la mano con el libro. Ambos modos de expresión logran intercalar armoniosamente, sentimientos que varían entre la alegría y la tristeza. Porque de eso trata esta autobiografía sobrecargada de una profunda intensidad. Mark describe los momentos más relevantes de su vida (nada estable ni pacífica), sin obviar los matices entre la felicidad más incomprensible y las penas extremas. Estos momentos nos impactan y nos incomodan a partir de la franqueza catártica en que son contados.

El autor nos abre su propia historia como si fuese una especie de confesión liberadora de un camino marcado por la muerte, la desgracia y la fortuna. La relación con la muerte de su padre, la enfermedad de su madre y el suicidio de su hermana se mezclan con bellas anécdotas sobre Neil Young o Elton John.

Eso es lo que creo más interesante de destacar: como se logra contar un episodio horriblemente duro y difícil con el balance necesario para no transformarlo en un golpe bajo y traicionero. La escritura es simple y sin vueltas, pero eso no le quita particularidad, personalidad y agudeza al relato.

El texto esta cargado de sonidos… Los sonidos de Eels y de Mark Everett, que logran un todo que se comienza a comprender de forma conjunta. Así sus discos y su biografía se acompañan y se disfrutan sin necesidad de una explicación manifiesta y dejando de lado los finales felices. Claro que esos sin sabores no son fáciles de digerir y por momentos la lectura se vuelve dura y angustiante, pero esa es precisamente la forma que elige el autor protagonista para contarnos su propia vida.

Por Matías Comicciolli.

viernes, 27 de junio de 2014

“Control” de Anton Corbijn

Es imposible que no me atraiga una película que trata sobre la tortuosa vida de un cantante. Mucho más cuando ese cantante es un cantante de rock con un final poco feliz.
La vi por cable, y el blanco y negro de la puesta fue lo primero que llamó mi atención. Más tarde fue el buen sonido de la banda lo que me inmovilizó en el sillón.
Estoy hablando de “Control”, película dirigida por Anton Corbijn, y basada en la vida (corta) de Ian Curtis, cantante de Joy Division.
Películas de músicos hay muchas, pero en lo personal muy pocas me parecieron del nivel artístico de esta. El blanco y negro aporta la cuota justa de ambientación y la música junto con las interpretaciones son impecables. Quiero decir: el guitarrista “está” tocando la guitarra, al igual que el bajista y baterista. Los acordes son reales, y suenan reales. De esta manera vemos la historia de una banda y no actores con instrumentos colgados. Esto puede ser una boludez, pero para quienes tenemos cierto conocimiento musical es fundamental para no desvincularnos del relato. En “Control” esto está muy cuidado, al igual que las versiones de los temas que se interpretan. Dicen que quienes trabajaron en la banda de sonido son los mismos New Order, banda formada con los miembros, vivos, de Joy Division.
En cuanto a la historia, no hay desperdicio. Es simplemente la vida de un joven atormentado, que utiliza el arte como vehículo de escapatoria hacia una felicidad que nunca llega. La poesía esta presente al igual que el desánimo y la depresión. Los sentimientos comienzan a mezclar el odio y el amor, ayudado por periódicos ataques de epilepsia. 
Sam Riley es el encargado de ponerse en la piel del denso y torturado Ian Curtis, mientras que Samantha Morton es la joven esposa del cantante.  
El film está inspirado en las memorias de la viuda de Curtis, Deborah titulada “Touching from a distance: Ian Curtis and Joy Division” y editado en 1995.

Sobre la banda y el mítico cantante se puede seguir escribiendo en cantidad. Esta breve reseña sólo intenta hacer mención del film realizado por Anton Corbijn en 2007. La verdadera historia dentro del marco del post punk de finales de los 70´s y principios de los 80´s es mucho más sinistra y vertiginosa. Adjetivos que fueron demasiado amplios para los jóvenes 23 años que tenía Curtis cuando decidió irse. 

Por Matías Comicciolli. 

Algo sobre si una noche…

¿Por qué leemos? ¿Para qué? ¿Cuál es nuestro fin? Hablo específicamente de novelas. De ficción. De ese mundo que se crea a través del significado de las palabras.
“Si una noche de invierno un viajante” de Italo Calvino, es una novela, y es de ficción. Pero atención, no es una novela de ficción sino que es, sí es, varias novelas de ficción que se crean, que se configuran a través del Lector protagonista.
¿Somos nosotros, lectores, protagonistas de todas las novelas que leemos? ¿O sólo lo somos cuando el autor, el escritor decide que seamos? En este caso puntual, el Lector es protagonista, es parte fundamental de la historia que se genera a partir de la lectura de novelas apócrifas. Eso que el Lector va leyendo, lo lleva a transitar un mundo ficcional al que no pertenecía antes de no ser Lector.
Eso es justamente lo que significa el Ser Lector: transitar mundos a partir de la lectura, y tal vez sea aso lo que nos lleva a leer. No conformes con el mundo que la existencia terrena nos brinda, nos volcamos inconscientemente a transitar otros.
Lo peligroso, tal vez, sea la elección de esos mundos. ¿Quién nos asegura un final feliz? ¿Quién nos asegura un mundo feliz?  Creo que no hay ni una cosa ni la otra.
No la podemos encontrar en este tipo de existencia y tampoco en la de los libros. El Lector de Calvino se prepara para disfrutar de la lectura de “Si una noche…”, que lo lleva a padecer un sinfín de caminos que parecen no llevarlo a ningún lado.
Nosotros, como lectores, tal vez estemos padeciendo esos mismos caminos inconclusos, que es lo que en definitiva nos lleva a no parar de realizar la actividad de leer. Nos sumergimos de lleno en ese hombre que se detiene en una estación de tren una noche fría y lluviosa. ¿Era realmente fría y lluviosa? ¿O fueron sólo detalles que me figuré mentalmente al comenzar la novela? De esta manera ¿Cuántas novelas de “Si una noche…” habrá en el mundo? Tanta como lectores. Porque cada mundo es una novela y cada mente, cada imaginación, un mundo distinto.
Ella leyó la novela a la par mía. La misma novela la misma historia del Lector y la Lectora. Ambos transcurrimos las páginas, con el mismo texto, las mismas letras. Así procedemos en el avance de la lectura, traspasando la sustancia empírica del objeto libro, con el sólo fin de alcanzar el acceso a una sustancia incorpórea, inmaterial.  Un mundo sublimado por las imágenes ficticias de mundos paralelos pero imposibles.
¿Cómo será su Lector? ¿Cómo será su Lectora? ¿Pondrá los pies en el escritorio para leer, forrará los libros para que nadie sepa qué es lo que está leyendo? ¿Que mundo se configurará antes de comenzar a leer? Tal vez espera del libro ese mensaje, ese aviso, esa señal que de una vez por todas le diga algo. La busca desde que comenzó a leer. La buscamos desde que comenzamos a leer. No desde que comenzamos a leer “Si una noche de invierno…” sino desde que comenzamos a “Ser Leer”. Leer como búsqueda, como desafío y también como aislamiento de realidades que nos determinan que nos ahogan, que nos empequeñecen.

Por eso salir un poco de tanta realidad real nos engrandece, nos pone en otro lugar, por lo menos por un rato. El Lector y Ella Lectora ven en esos momentos los mensajes más difíciles de comunicar, de definir. En esos mundos que viven por fragmentados momentos, no se pueden traducir las palabras y por eso mismo son decisivos y fundamentales pero a la vez azarosos y efímeros, vinculándolos irremediablemente con momentos de felicidad…  

Por Matías Comicciolli

jueves, 26 de junio de 2014

“Ágilmente” de Estanislao Bachrach.

Un amigo me dijo, “tomá leelo. No sé. Fijate”. Él sabe que yo no leo este tipo de literatura, es más, creo que hasta en algún punto soy bastante crítico de ella y de quiénes la consumen. Pero este amigo mío siempre tiene muy buenas recomendaciones para hacerme y confío ciegamente en su paladar, tanto con los libros como con los discos o las películas. “Bueno- me dije- será cuestión de probar”.

Confieso que comencé a leerlo y a la página 50 lo abandoné. Pensé que era más de lo mismo y que no tenía sentido perder el tiempo con esto, habiendo tanto libro dando vueltas. Al poco tiempo escuche una entrevista que le hacían a Estanislao en la radio y al oírlo hablar, explicar, profundizar todas sus teorías y estudios sobre neurociencia, tomé “Ágilmente” nuevamente y esta segunda vez lo leí de un tirón.

Creo que es un libro que debemos leer todos los que intentamos desarrollarnos en alguna actividad creativa como la música, la escritura, el cine, la pintura, etc. También se puede enfocar a aquellos que pretenden desarrollar su actividad laborar, pero en lo personal prefiero a los del primer grupo.

En principio Bachrach no es un improvisado. Es Doctor en Biología Molecular (UBA), realizó su tesis en la Universidad de Montpellier (Francia), dio clases en Hardvard y es profesor en la Universidad Torcuato Di Tella. Con todo este bagaje se propone a sí mismo escribir este libro, con el fin de entender los mecanismos del cerebro para profundizar y aumentar el potencial creativo de quienes estemos dispuestos hacerlo.

 El libro en sí está muy bien escrito, es fluido y divertido. A su vez, Estanislao, avala y ahonda cada teoría con un amplio conocimiento científico sobre cada tema. Además, y creo que no es un detalle menor, cada uno de los siete capítulos que conforman el libro están enfocados en problemáticas puntuales que giran alrededor del desarrollo de nuestra creatividad. Y para que esto no sea un simple expendio de teorías, al finalizar cada apartado encontramos ejercicios y métodos que ayudarían a desarrollarnos personalmente.

“Ágilmente” de Estanislao Bachrach es un muy buen libro que mezcla la ciencia con la cotidianeidad y la práctica. Qué deja un poco de lado la lógica a la que estamos acostumbrados, para afirmarse en una creatividad más productiva y satisfactoria. Su lectura se puede tomar como un simple entretenimiento y olvidarlo casi inmediatamente, o se puede tomar como una muy buena guía para estimular nuestro cerebro y lograr nuevas conexiones neuronales. Queda a gusto del lector.

Por Matías Comicciolli.

“Abrir puertas y ventanas” de Milagros Mumenthaler.


Para escribir sobre “Abrir puertas y ventanas”, primero tengo que pensar en sensaciones. ¿Qué me produjo la película? ¿Qué sentí al verla? ¿Cuáles fueron las emociones que se vieron tocadas?
Salí del cine con la frase rebotando en mi cabeza: “Otra típica película argentina”. ¿Por qué digo esto? En el film de Milagros Mumenthaler parece no pasar nada nunca. Tres hermanas viven solas en una casona de barrio. Hace poco que perdieron a su abuela, quien era la que se encargaba de ellas. Están las tres apáticas, desganadas, sumidas en un verano caluroso dentro de una casa que parece contenerlas (cualquier parecido con “La ciénaga” de Lucrecia Matel, ¿será pura coincidencia?)
La narración se desarrolla en escenas lánguidas que parecen no concluir nunca en nada y a los cuarenta minutos de película uno se pregunta: Las actrices están excelente ¿cómo puede ser que lo que estoy viendo no llene mi atención? Al finalizar, la sensación es prácticamente la misma.
Pero con el tiempo la cosa cambia. A los pocos días me puse a pensar, casi de forma inconsciente, en estas tres hermanas, Marina (Maria Canale), Sofía (Martina Juncadella) y Violeta (Ailín Salas) Y es ahí donde la película recobra sentido. Cada escena, cada diálogo, cada expresión queda guardada en la retina y termina germinando en esa historia que la directora nos quiso contar.
¿Para qué uno abre puertas y ventanas? Para ventilar, para que entre luz, para refrescar el agobio y sobre todo para ver al exterior. Alrededor de esta metáfora es que la vida de las tres chicas se va mezclando dentro de cada ambiente de la vieja casa. La convivencia, difícil, tensa y por momentos neurótica hará que el amor y el odio se hagan presentes junto con las alianzas, los secretos y la inestabilidad de cada personalidad.
La realización, por otro lado, es excelente y la fotografía inmejorable. Las tres jóvenes actrices, como dije antes, son una maravilla y están muy bien dirigidas. Por eso es que me animo a recomendar “Abrir puertas y ventanas”. Porque es una historia bien contada que crece, lentamente, sin que nos demos cuenta. Tal vez como el mundo femenino que la contiene o quizás como la sutileza que maneja en los tiempos para mostrarnos finalmente los conflictos que genera abrir puertas y ventas.


Por Matías Comicciolli